17 junio 2019

Récord negativo ¡OUT!

El tenis francés lo tiene todo. Torneos ATP en tres de las cuatro categorías existentes (Grand Slam, Master1000 y ATP's250); un circuito nacional paralelo al ATP tan prestigioso como concurrido por tenistas de todo el mundo; es líder en cantidad de jugadores Top100 ATP en 2019 (11) y, por ende, la Federación Francesa de Tenis cuenta con un presupuesto de más de cien millones de euros. La política deportiva de un país marca el camino de los deportes elegidos a apoyar. Una correcta aplicación de la misma aumenta la posibilidad de tener, en el mediano y largo plazo, deportistas profesionales exitosos, pero lo que no te asegura es que florezcan grandes campeones. Y eso es de lo que carece Francia. Incluso varios de sus mejores jugadores alcanzan finales ATP pero no las ganan.
Retirado Julien Benneteau, el jugador con el peor registro en finales ATP de la Era Abierta (0-10), la lista de franceses en actividad con récord negativo en definiciones ATP es larga: Mannarino (1-6), Monfils (8-21), Paire (3-4), Chardy (1-2), Gasquet (15-16) y Herbert (0-3). Solo Tsonga (17-12), Simon (14-7) y Pouille (5-4) tienen récord positivo. Precisamente el primero de ellos, el que iba tras los pasos de Benneteau, tuvo su merecida recompensa este fin de semana en los Países Bajos, en el tradicional certamen sobre hierba en Hertogenbosch. Adrian Mannarino cortó un racha de seis derrotas consecutivas en finales ATP para quitarse una mochila muy pesada que a los treinta años y con los antecedentes de sus compatriotas, cada vez pesaba más.


"Por fin la gente dejará de compararme con Julien. Cada vez que perdía una final la gente me recordaba su récord. Esto es un gran logro para mí. No pretendo ser Top10, la verdad es que ganar un título de este nivel es algo sorprendente para mí. Venía de tener un rendimiento malo en tierra batida y jugando con molestias físicas. Llegué a este torneo con el objetivo de ir adquiriendo algo de ritmo y, sin embargo, desde el principio me encontré muy bien y aunque fuera perdiendo, era consciente de que estaba haciendo lo correcto. Estoy muy feliz y agradecido a todos los que lo hicieron posible", declaraba feliz el francés, que ha demostrado que sobre césped su rendimiento crece.




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Tres de sus siete finales ATP fueron en hierba y su mejor resultado en Grand Slams han sido los octavos de final de Wimbledon, instancia que alcanzó en tres oportunidades (2013, 2017-18). Y no es casualidad que eleve su nivel en pasto. Sus características de juego se adaptan a la superficie verde mejor que a cualquier otra. Adrian tiene un tipo de juego atípico para el tenis actual. Incapaz de generar potencia neta desde el fondo de la cancha por su corto armado técnico antes de golpear la bola, apela a su buen servicio de zurdo y a los efectos que maneja a la perfección gracias a una gran ductilidad para ejecutar todo tipo de tiros. Omnipresente en los golpes fuera de lo común, Mannarino aprovechó su facilidad de adaptación al césped para levantar su primer trofeo ATP.


Asiduo jugador del circuito Challenger pero con buenas actuaciones en los torneos ATP, curiosamente Mannarino acumula la misma cantidad de victorias en ambos circuitos (173), aunque con más del doble de derrotas a nivel ATP (88 CH y 206 ATP). En total suma siete finales ATP (1-6), veinte en Challengers (13-7) y once en Futures (6-5). Además formó parte del equipo finalista de la última Copa Davis con formato tradicional en 2018, artífice del punto que le dio el pase a cuartos de final a Francia ante Países Bajos luego de batallar durante 4h 20m ante Robin Haase 4/6 7/6 7/5 6/7 7/5. En la siguiente ronda fue convocado pero el capitán Yannick Noah, que decidió no utilizarlo.

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Sin buenos resultados como Junior (303° ITF) pero con una exitosa carrera en el circuito Challenger, su mejor posición ATP fue 22° en 2018 gracias a la segunda semana en Wimbledon, a sus únicos cuartos de final de Masters1000 (Canadá), a dos títulos Challengers y a las finales ATP en Antalya (Turquía) y Tokio (Japón), todo en 2017. Profesional desde 2004, logró cuatro triunfos ante miembros del Top10, tres de ellos en 2017, su mejor año como profesional. No es casual para un jugador con sus características de juego que su ídolo sea el talentoso chileno Marcelo Ríos, al que homenajea en cada tiro no convencional que realiza. Ser diferente, casi siempre es sinónimo de mejor.

Daniel Vitale Pizarro

10 junio 2019

"Inadjetivable"


El periodista Miguel Ángel Violán lanzó una encuesta como parte de su investigación doctoral de la Universidad Internacional de Cataluña. La votación consistía en elegir 500 palabras para calificar a Lionel Messi luego de su gol 416 en la Liga Española, camino a los 500 tantos convertidos en el club. Sin importar lo que diga la Real Academia Española, los términos ganadores fueron: "inadjetivable" y "regolucionario". Si me permite señor Miguel, voy a tomar prestado uno de esos "adjetivos" para hablar sobre Rafael Nadal y su doceavo título de Roland Garros, una gesta deportiva que no admite adjetivos calificativos existentes en el diccionario.
Hablar de Rafael Nadal Parera no resulta sencillo porque ya se dijo casi todo. Pasaron quince ediciones desde que debutó en París y desde aquella edición del 2005 solo registra dos partidos perdidos y un retiro por lesión, contra noventa y tres victorias. Sí, los números parecen un chiste de un amigo que quiere llamar la atención en una reunión, pero son reales. Nadie en la historia del tenis dominó tanto una superficie como Nadal el polvo de ladrillo, pero sobre todo ningún tenista fue tan superior a los demás en un certamen como el mallorquín en Roland Garros. De esos 95 partidos disputados, apenas dos veces lo obligaron a disputar cinco sets (ganó ambos) lo que marca una supremacía casi absoluta sobre sus rivales en el "Bois de Boulogne".
No venía siendo un año sencillo para "Rafa", acostumbrado a arrollar en la gira previa al Grand Slam parisino. Desde su derrota en la final del Australian Open, las lesiones y los malos resultados eran moneda corriente. Sin títulos ATP en arcilla desde 2004 tras Monte Carlo, Barcelona y Madrid, el trofeo llegó en Roma, última parada antes de Roland Garros. En Italia encontró nuevamente el fuego interior, esa confianza necesaria para levantar un trofeo de Masters1000 ante los mejores del mundo. Incluso su entrenador, Carlos Moyá, había declarado que su pupilo "había perdido la motivación y las ganas de jugar, nunca lo había visto así, sin ilusión". Pero el periplo duró poco y las buenas sensaciones, más allá de los resultados, llegaron más rápido de lo que el mismo Nadal esperaba.


El propio jugador explicó sus sensaciones: "Después de Indian Wells estaba mal física y mentalmente. Había perdido un poco de esa energía, porque tenía demasiados problemas seguidos. Es duro cuando recibes un golpe, otro, y luego otro, a veces estás aturdido. Fue muy importante que el equipo y la familia estuvieran cerca. Eso ayuda mucho. Mentalmente no estaba disfrutando. Muy preocupado por mi salud, estaba siendo demasiado negativo. En Barcelona ​​pude quedarme solo por un par de horas en la habitación y pensar al respecto, pensar qué estaba pasando, qué necesitaba hacer. Pensando mucho, creo que pude cambiar y fui capaz de luchar por cada pequeña mejora".
El gran rival en Roland Garros era Djokovic, al que derrotó en la final de Roma en inferioridad física por partidos extenuantes previos (Del Potro 3h y Schwartzman 2h 30m). Pero Novak no llegó al partido por el trofeo porque Dominic Thiem se encargó de eliminarlo en semifinales luego de 4h 13m, cinco sets, dos días de juego y varias interrupciones por la lluvia, la protagonista principal de la capital francesa. La otra semifinal era más atractiva aun, pero el resultado no reflejó la expectativa generada por ambos. Nadal venció a Federer en sets corridos en medio de vientos huracanados que por momentos alcanzaron los 80km. La final sería la misma que en 2018 y el resultado iba a ser parecido.
La intensidad de Thiem desde el fondo de la cancha duró dos sets, con la mala noticia para él de haber perdido el primer parcial. "Rafa" se tomó unos minutos extra para pensar en el baño, regresó a la cancha y a partir de allí hubo un solo jugador en el campo. Intentó volver al encuentro el austriaco en el inicio del cuarto set con tres oportunidades de quiebre en los dos primeros servicios del español, pero solo quedó en eso, oportunidades de quiebre. Mentalmente abrumado por la consistencia de su rival, apelando a la potencia 'per se' y lejos en el marcador, todo se hizo muy cuesta arriba. El resultado final fue 6/3 5/7 6/1 6/1. Quedó demostrado por enésima vez que ganarle a Nadal una final en la Philippe Chatrier será, por siempre, el desafío más difícil del deporte mundial.
Consultado en conferencia de prensa por el momento que cambió el partido, Nadal respondió: "En primer lugar, tuve que ir al baño. Pero también quería pensar más claro y volver a la cancha con la mentalidad correcta para mantener el control del partido, porque hasta entonces no lo había sentido así. Analicé las cosas y sentí que tenía que resolver lo que estaba pasando cuando restaba. Era un problema particular. Luego fue muy importante no perder pista contra él, porque si juegas desde metros atrás, es muy difícil, es muy poderoso con su derecha y es muy difícil jugar contra su revés, lejos de la pista. Pero creo que manejé bien la situación. El primer set fue muy duro, con alta intensidad y grandes puntos. Y eso, claro, es imposible sostener durante el todo el partido".

Daniel Vitale Pizarro

27 mayo 2019

Prueba mental superada


Es raro ver a jugadores Top10 que disputen torneos la semana previa a un Grand Slam. La exigencia de un certamen a cinco sets durante dos semanas invita a que los mejores del mundo descansen los días previos para rendir al máximo en las citas más importantes del año, que más puntos otorgan y que más dinero reparten. Pero muchas veces eso no sucede y para tomar ritmo de competencia o recuperar confianza, solicitan un 'wild card', la organización gustosamente se lo concede y todos contentos. En esta oportunidad, Alexander Zverev (5°) aceptó la invitación de último momento que le pidió a Ginebra (Suiza) tras sus tropiezos en las rondas iniciales de la gira sobre arcilla.
Falto de confianza, sin buenos resultados en 2019 salvo la final de Acapulco perdida ante Nick Kyrgios, el número cinco del mundo es un caso curioso del circuito ATP. Zverev es llamado a ser N°1 ATP en el corto o mediano plazo por su nivel de juego, sus resultados y su juventud (22 años). Tres del mundo, campeón del Masters de fin de año, tres Masters1000, dos ATP500 y cinco ATP250 ante rivales de fuste como Federer, Djokovic, Wawrinka o Thiem, no pudo todavía rendir en los Grand Slams como lo hace en el circuito ATP hace tres temporadas. Apenas un cuartos de final y dos segundas semanas son sus tres mejores resultados en los Majors, poco para el jugador que es.
En ese contexto, el alemán llegó a Suiza con la esperanza de modificar su presente de cara a Roland Garros. El ATP250 Ginebra no presentaba grandes rivales para "Sascha" si tenemos en cuenta que Wawrinka, único Top30 del cuadro principal, está en proceso de recuperación de su mejor tenis. Pero resultó ser un torneo harto complicado. Salvo el sencillo debut contra Gulbis (6/2 6/1), los siguientes tres partidos se definieron en el tercer set (Dellien, Delbonis y Jarry), incluso tuvo que levantar dos match points en el tiebreak del último set de la final. Más que un festejo fue un desahogo el ganar un título ATP con más lucha que nivel de juego. Prueba mental superada.


“Quiero felicitar a Nico (Jarry) por una gran semana. Incluso hoy mereciste ganar este título más que yo. Sé que es un momento duro para ti hoy, pero sé que tendrás muchas más oportunidades y esta no será la última vez que juguemos una final. Serás un gran campeón, no tengo dudas”, decía Zverev en el estadio, en alusión a uno de los match points que perdió el chileno, dejando en la red una aparente volea sencilla de revés y augurando un futuro prometedor para Jarry. Lo de gran campeón es más un halago de compromiso que una realidad, pero que Nicolás Jarry tiene todo para hacer ruido en el circuito, eso sí es 100% real.

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El tenis chileno vive una especie de renacer desde la temporada pasada gracias a Nicolás Jarry y a Cristian Garin, campeón en Houston y Munich en 2019. Nacido en la capital chilena, Jarry golpea la pelota con mucha facilidad y casi sin hacer esfuerzo. Potente por naturaleza gracias a su físico privilegiado para el tenis moderno (198cm) y sus empuñaduras no tan cerradas como la mayoría de los jugadores ATP, durante esta semana demostró que está preparado mentalmente para rendir a un buen nivel durante varios partidos consecutivos y ante uno de los rivales más difíciles de la actualidad, una faceta que no era común en sus años como profesional.
Lágrimas en los ojos y la voz entrecortada durante la entrega de premios, Nicolás Jarry elogió a su rival y felicitó a los suyos: "Sé que no ha sido un año fácil para tí (Zverev), te felicito por ganar esta final justo antes de Roland Garros. Ojalá nos volvamos a enfrentar. Fue una gran batalla, de verdad que lo sentí así por lo difícil que fue el partido. Fue un gran campeonato, quiero agradecer a mi equipo, no fue un año fácil para mí tampoco, pero tendré más oportunidades e intentaré aprovecharlas al máximo. Gracias también a los chilenos que vinieron al torneo, no hubiera sido posible esto sin el aliento que me dieron durante toda la semana".


Para el menor de los Zverev, Ginebra significó su quinto título ATP en polvo de ladrillo sobre siete finales disputadas en la superficie. Top100 por primera vez en 2015 a los dieciocho años recién cumplidos, desde 2016 acumula al menos dos definiciones ATP y un título por temporada con apenas veintidós años. La presión que recae sobre él es inmensa. En Alemania y en todo el mundo se hacen apuestas sobre qué Grand Slam ganará primero o cuando alcanzará el N°1 ATP, como si fueran cosas sencillas al alcance de todos. Lo que no se dan cuenta los fanáticos y los medios de comunicación es que nada de eso ayuda, sino todo lo contrario. Y ejemplos sobran. 

Daniel Vitale Pizarro

20 mayo 2019

El candidato eterno







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Semifinal en Monte Carlo, Barcelona y Madrid. Desde 2004 que Rafael Nadal no llegaba al último Masters1000 sobre polvo de ladrillo sin ser campeón ATP. Su último título fue en agosto 2018 en el M1000 Toronto. En 2019, lo mejor había sido fuera de la arcilla, en el Australian Open en donde fue apabullado por Novak Djokovic en la final 6/3 6/2 6/3. Entre malos rendimientos, lesiones y declaraciones poco felices como "probablemente jugué uno de mis peores partidos en clay en catorce años", luego de perder ante Fabio Fognini en Mónaco, el español llegaba a Roma con las alarmas prendidas pero con la actitud de siempre.
La protagonista de la semana fue la lluvia. Una Roma fresca y lluviosa recibió a los mejores jugadores del mundo durante siete días, de los cuales varios estuvieron invadidos por el agua. Tanto llovió que muchos jugadores tuvieron que disputar dos partidos de singles y uno de dobles en el mismo día, rememorando la época de Juniors. A falta de una cancha techada en el Foro Itálico, la organización se vio obligada a programar 51 partidos para el jueves, una cantidad récord para un torneo de estas características. Entre los perjudicados estaban Federer, Djokovic y Nadal, esta vez forzosamente no beneficiados.
Sin la lluvia como actriz principal, Djokovic y Nadal disputaron sus partidos del día sin mayores inconvenientes, al contrario de Federer que tuvo que batallar ante Borna Coric en el turno noche para acceder a cuartos de final, instancia a la que el viernes no se presentó por molestias en su pierna derecha. "Rafa" siguió con su paso arrollador hasta la final del certamen dejando en el camino apenas trece games, incluidos tres 6/0 y dos 6/1. Del otro lado del cuadro, "Nole" sufrió ante Juan Martín Del Potro durante 3h 01m (levantó dos MP) y luchó contra Diego Schwartzman en 2h 31m, partido que finalizó a la una de la mañana de Italia.


Al borde de los 33 años Rafael y de los 32 Novak, la desventaja física por el trajín de cada uno fue la que definió el resultado final, algo que pocas veces en sus carreras ha determinado al ganador. El partido no tuvo equivalencias, salvo por un intento de remontada del N°1 del mundo que sacó energías de donde nadie sabe para llevar el encuentro a un tercer set. Pero el resultado final no iba a cambiar. Más allá de la merma física de su rival, el mallorquín fue superior en todo. Tácticamente inteligente, variando su juego con pelotas irrisoriamente altas para desenfocar a su adversario y cambios abruptos de velocidad, se llevó el encuentro por 6/0 4/6 6/1.

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"Es verdad que el calendario se puede mejorar pero hoy no jugué mi mejor tenis. Rescato que a pesar de eso, pude luchar. Rafa ha sido demasiado fuerte, su nivel fue muy alto. Siempre trato de respetar la victoria de mi rival pero yo no estaba fresco de piernas. Jugué los últimos tres partidos por la noche y las condiciones son completamente distintas a las de hoy", declaraba Djokovic, algo molesto con la organización del torneo y por la mala suerte a causa de la lluvia y de sus partidos nocturnos. A pesar de la derrota, las sensaciones tenísticas son positivas de cara a Roland Garros. Nueve finales en Roma, 49 de Masters1000 y 107 totales ATP es algo de lo que muy pocos pueden presumir.
La rivalidad entre Nadal y Djokovic es la más extensa de la Era Abierta. 54 veces se vieron las caras con un historial levemente favorable al nacido en Belgrado 28-26. De todos esos enfrentamientos, la primera vez que hubo un 6/0 para cualquiera de los dos fue en Roma hace unas horas. En la capital italiana se enfrentaron ocho veces con un saldo positivo en favor del mallorquín (5-3), similar al porcentaje de victorias en finales ATP sobre tierra (7-4). El título fue el 81 en la carrera de Rafael, 58 sobre arcilla, 34° M1000 y 11° en Roma, récords absolutos estas últimas tres marcas, una auténtica hegemonía total en la superficie más lenta del circuito.
"Para mí, lo más importante es sentirme jugando bien y con salud, con la energía que necesito. Si eso sucede, la experiencia me dice que, tarde o temprano, voy a luchar por los títulos. Lo principal para mí fue recuperar mi nivel. Las últimas semanas he ido a mejor, y aquí estamos finalmente con este gran trofeo conmigo”, analizaba el campeón de Roma sobre su temporada sobre tierra batida, que como todo gran campeón, a medida que se acercan los grandes acontecimientos, juega mejor. A una semana del objetivo principal de su temporada, Nadal está listo para afrontar el desafío de la duodécima corona en París. ¿Alguien podrá detenerlo?

Daniel Vitale Pizarro

13 mayo 2019

El empujón que faltaba







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No sabemos si Novak Djokovic será el más ganador de siempre, lo que sí sabemos es que está muy cerca de hacer historia una vez más. A diferencia de otros años de absoluta dominación, desde mediados de la temporada pasada hasta hoy, el serbio ha sido selectivo con los torneos en los cuales ha ganado. Casualmente esos certámenes fueron Wimbledon, Cincinnati por primera vez en su carrera, US Open, Shanghai, Australian Open y Madrid. A dos semanas de Roland Garros, Djokovic calibró la máquina, la puso a punto y la testeará en Roma antes de la gran cita. Fundamentales serán estos torneos previos a Wimbledon porque luego de la arcilla parisina, el N°1 del mundo defiende más de la mitad de sus puntos actuales.

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Madrid consagró por tercera vez al serbio y dejó varias conclusiones de cara al resto del 2019. La vuelta de Roger Federer al polvo de ladrillo luego de tres años dejó un sabor agridulce luego de la remontada ante Gael Monfils en octavos de final y la dolorosa derrota contra Dominic Thiem en cuartos de final. En ambos partidos tuvo matchs points a favor y en contra. La confirmación de Stefanos Tsitsipas como contendiente al título en cada torneo importante ya no tiene discusión. En los últimos diez meses acumula victorias contra Djokovic en Toronto 2018, Federer en el Australian Open 2019 y Nadal en Madrid 2019, algo que muy pocos lograron durante toda su carrera.
El griego de veinte años es el tenista revelación de los últimos meses. Siete del mundo gracias a la final en España, el heleno tiene tintes de jugador de otra época: cabellera larga, empuñaduras más abiertas que el resto, revés a una mano y facilidad a lo hora de cerrar jugadas en la red. El mejor tenista que dio Grecia en toda su historia aspira al trono de la ATP en el mediano plazo y las herramientas las tiene. La juventud le juega en su favor pero también en su contra. Físicamente fuerte, sin miedo a enfrentar a los mejores del ranking y de la historia, la poca experiencia para manejar determinadas situaciones puede no ayudarle.

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Para un jugador de elite, el disputar el dobles con frecuencia o planificar un calendario con muchos ATP250 son decisiones contraproducentes porque el circuito ATP es muy exigente física y mentalmente. Es cierto que en ocasiones, el dobles o los torneos chicos ayudan a tomar ritmo de competencia si los resultados no llegan pero en cualquier otra circunstancia, no es positivo descuidar el singles y no planificar a consciencia un calendario. Tsitsipas deberá aprender de sus experiencias en 2019. Cuando en Australia derrotó a Federer, luego fue arrollado por Nadal; y en Madrid, vencedor de Nadal, al día siguiente su mente y sus piernas no le permitieron competir al 100% contra Djokovic.

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Pero volvamos al campeón de Madrid y N°1 ATP durante 251 semanas. Desde enero no mostraba un nivel de tenis tan alto. Inestable durante la gira norteamericana de cemento y dubitativo en Monte Carlo, fue todo lo contrario en el país mediterráneo. Los espectadores vieron a un Djokovic sólido, enfocado, con ese fuego interno y una determinación que asusta al rival. Se le notó en los ojos, desencajados, casi queriendo salirse del lóbulo ocular. Un animal competitivo que no da respiro a sus rivales, siempre encima del pique de la pelota y distribuyendo el juego a su gusto. Novak, con este nivel de concentración, maneja los tiempos y el ritmo de los encuentros.


“Siento que esta victoria es muy importante para mi nivel de confianza porque después de Australia no estaba jugando lo mejor posible, no pude encontrar mi tenis ni la consistencia en Indian Wells, Miami y Monte Carlo. Sentía que estaba cerca y que necesitaba un empujón, por así decirlo. Logré una victoria muy importante contra Thiem en un partido muy parejo. A Stefanos probablemente lo afectó un poco haberle ganado un gran partido a Nadal y quizás haya estado un poco cansado. Sentí que siempre estuve dictando el juego”, analizaba el 75 veces campeón ATP sobre el 33° Masters1000 obtenido en Madrid, misma cantidad que Rafael Nadal en la categoría.
Al igual que en 2016, la posibilidad de otra epopeya está a la vuelta de la esquina. Aunque sea el torneo más escabroso para el serbio, si lo logró una vez, ¿porque no dos veces? La cita es nuevamente Roland Garros, igual que tres años atrás. Wimbledon 2018, US Open 2018, Australian Open 2019 y ¿Roland Garros 2019? El escollo principal sigue siendo Rafael Nadal, que aunque no haya conseguido títulos en Monte Carlo, Barcelona o Madrid, a cinco sets y en París es el máximo favorito al título. "Nole" ya lo derrotó una vez en la Philippe Chatrier pero... ¿Será capaz de volver a ganar los cuatro en fila?

Daniel Vitale Pizarro

06 mayo 2019

El futuro es griego


"Me he criado en la arcilla y es mi superficie favorita, me salen muchos movimientos naturales y creo que puedo desenvolverme realmente bien. El tenis en polvo de ladrillo me resulta parecido a una partida de ajedrez. Tienes que ser mucho más paciente, jugar con ángulos y ser impredecible para el rival. Hay que construir el punto porque todo va algo más lento. Tengo plena confianza en mis posibilidades en esta gira", anunciaba confiado Stefanos Tsitsipas previo a debutar en Monte Carlo. Campeón solo sobre superficie dura bajo techo, el griego aterrizaba en Estoril luego de tropezar en Mónaco y Barcelona en las primeras rondas.
La maduración de Tsitsipas es alucinante. A los veinte años ya fue campeón ATP, finalista de M1000, de ATP500 y semifinalista de Grand Slam. Nueve del mundo (8° en abril), Stefanos ya se planta en la cancha como tal y es favorito por juego, ranking y juventud. Difícilmente lo veamos en 2020 disputando muchos ATP250, eso quedará para el mejor postor. Pero este año cumplió con Portugal y le dio una satisfacción a los suyos, al director del torneo y a los aficionados. En un cuadro con ocho Top30, se abrió paso para llegar a la final y levantar el trofeo de campeón en Estoril, el tercero de su corta pero explosiva carrera como profesional, el primero en su predilecta tierra batida.
El rival de la final fue Pablo Cuevas (67°). El uruguayo exTop20 (19°) tuvo una semana tan atípica como positiva. Ingresó al cuadro principal como Lucky Loser tras perder ante Salvatore Caruso (152°) y en primera ronda volvió a enfrentarse al italiano al cual venció en sets corridos. En segunda ronda su rival debería haber sido Fabio Fognini (12°) pero una lesión no le permitió jugar y en su lugar ingresó otro italiano, Filippo Baldi (155°). En semifinales su rival no fue Carreño Busta ni Monfils (preclasificados) sino la sorpresa del certamen, el joven español Davidovich Fokina (167°). Frente a Tsitsipas en la final tuvo un set point para estirar el encuentro a un tercer set pero cayó 6/3 7/6, como casi siempre con espectáculo incluido.

Consciente de que no es normal todo lo que le está pasando en un período tan corto de tiempo y siendo tan joven, "Stef" mantiene los pies sobre la tierra cuando declara: "Por un lado, quería que esto ocurriera pero por otro, me parece algo muy extraordinario y loco estar en la posición en la que estoy ahora. Creo que mentalmente estoy en el sitio correcto y luchando por lo que quiero, por eso merezco estar donde estoy ahora mismo. Es bueno tener títulos en canchas de arcilla y dura. Era algo por lo que había estado luchando. El siguiente reto será ganar en césped o tal vez obtener más títulos en tierra batida este año, eso sería maravilloso".
Si 2018 fue el año del salto cualitativo, 2019 es la temporada de la confirmación: Tsitsipas será seguramente por mucho tiempo Top10 y peleará por muchos títulos importantes. Augurar cuantos Grand Slams ganará o cual será el primero, es contraproducente para todos, sobretodo para el propio jugador, sino miremos el caso Zverev. Alexander no puede concretar en los Grand Slams todo lo excepcional que muestra en el circuito ATP, producto, en parte, de la presión extra de los medios especializados y del público que desde muy joven lo mencionan como múltiple campeón de Majors y N°1 ATP. Pero nadie se pone a pensar que apenas tiene 22 años y que ya ganó muchísimo.

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Entrenado por su padre Apostolos pero asesorado por Patrick Mouratoglou, los objetivos del nacido en Atenas cambiaron desde su semifinal en el Australian Open a principio de temporada. El Top10 es una realidad y para mantenerse en la elite absoluta del tenis debe tener buenas actuaciones en los Masters1000 y los Grand Slams. Stefanos divide su tiempo entre la Academia Mouratoglou en Francia durante aproximadamente unas quince semanas al año, sus viajes a Grecia para estar con su familia y amigos, y el circuito internacional, que le demanda aproximadamente treinta semanas alrededor del mundo.


Mouratoglou tiene una opinión formada sobre la mejoría del griego gracias al trabajo realizado en su Academia y debido a la realidad griega en relación al tenis: “El progreso de Tsitsipas desde que se unió a nosotros a sido excelente. Su padre Apostolos, quién aún lo entrena, claramente ha hecho un trabajo magnífico. Él mismo y su hijo me han reconocido que acertaron de lleno marchándose de Grecia, ya que allí la probabilidad de triunfar en el tenis es mínima, ya que el tenis en el país heleno no es un deporte prioritario para los aficionados. No había suficientes jugadores con los que podía jugar y entrenar”.
“Lo que más me gustó de Tsitsipas cuando lo vi por primera vez, en el Orange Bowl, fue su concentración en lo que estaba haciendo. Podías ver en sus ojos la voluntad de ganar y de estar enchufado en un partido desde el primer minuto. Me gustó también mucho su estilo de juego en general, así que rápidamente me puse en contacto con su padre para que vinieran a mi Academia durante unos días. Ellos vinieron y a partir de ahí nunca se han ido", rememoraba el entrenador de Serena Williams, que dirige una de las Academias de tenis más importantes de Europa y que no escatima en elogios para con Stefanos Tsitsipas.

Daniel Vitale Pizarro