13 mayo 2019

El empujón que faltaba







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No sabemos si Novak Djokovic será el más ganador de siempre, lo que sí sabemos es que está muy cerca de hacer historia una vez más. A diferencia de otros años de absoluta dominación, desde mediados de la temporada pasada hasta hoy, el serbio ha sido selectivo con los torneos en los cuales ha ganado. Casualmente esos certámenes fueron Wimbledon, Cincinnati por primera vez en su carrera, US Open, Shanghai, Australian Open y Madrid. A dos semanas de Roland Garros, Djokovic calibró la máquina, la puso a punto y la testeará en Roma antes de la gran cita. Fundamentales serán estos torneos previos a Wimbledon porque luego de la arcilla parisina, el N°1 del mundo defiende más de la mitad de sus puntos actuales.

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Madrid consagró por tercera vez al serbio y dejó varias conclusiones de cara al resto del 2019. La vuelta de Roger Federer al polvo de ladrillo luego de tres años dejó un sabor agridulce luego de la remontada ante Gael Monfils en octavos de final y la dolorosa derrota contra Dominic Thiem en cuartos de final. En ambos partidos tuvo matchs points a favor y en contra. La confirmación de Stefanos Tsitsipas como contendiente al título en cada torneo importante ya no tiene discusión. En los últimos diez meses acumula victorias contra Djokovic en Toronto 2018, Federer en el Australian Open 2019 y Nadal en Madrid 2019, algo que muy pocos lograron durante toda su carrera.
El griego de veinte años es el tenista revelación de los últimos meses. Siete del mundo gracias a la final en España, el heleno tiene tintes de jugador de otra época: cabellera larga, empuñaduras más abiertas que el resto, revés a una mano y facilidad a lo hora de cerrar jugadas en la red. El mejor tenista que dio Grecia en toda su historia aspira al trono de la ATP en el mediano plazo y las herramientas las tiene. La juventud le juega en su favor pero también en su contra. Físicamente fuerte, sin miedo a enfrentar a los mejores del ranking y de la historia, la poca experiencia para manejar determinadas situaciones puede no ayudarle.

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Para un jugador de elite, el disputar el dobles con frecuencia o planificar un calendario con muchos ATP250 son decisiones contraproducentes porque el circuito ATP es muy exigente física y mentalmente. Es cierto que en ocasiones, el dobles o los torneos chicos ayudan a tomar ritmo de competencia si los resultados no llegan pero en cualquier otra circunstancia, no es positivo descuidar el singles y no planificar a consciencia un calendario. Tsitsipas deberá aprender de sus experiencias en 2019. Cuando en Australia derrotó a Federer, luego fue arrollado por Nadal; y en Madrid, vencedor de Nadal, al día siguiente su mente y sus piernas no le permitieron competir al 100% contra Djokovic.

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Pero volvamos al campeón de Madrid y N°1 ATP durante 251 semanas. Desde enero no mostraba un nivel de tenis tan alto. Inestable durante la gira norteamericana de cemento y dubitativo en Monte Carlo, fue todo lo contrario en el país mediterráneo. Los espectadores vieron a un Djokovic sólido, enfocado, con ese fuego interno y una determinación que asusta al rival. Se le notó en los ojos, desencajados, casi queriendo salirse del lóbulo ocular. Un animal competitivo que no da respiro a sus rivales, siempre encima del pique de la pelota y distribuyendo el juego a su gusto. Novak, con este nivel de concentración, maneja los tiempos y el ritmo de los encuentros.


“Siento que esta victoria es muy importante para mi nivel de confianza porque después de Australia no estaba jugando lo mejor posible, no pude encontrar mi tenis ni la consistencia en Indian Wells, Miami y Monte Carlo. Sentía que estaba cerca y que necesitaba un empujón, por así decirlo. Logré una victoria muy importante contra Thiem en un partido muy parejo. A Stefanos probablemente lo afectó un poco haberle ganado un gran partido a Nadal y quizás haya estado un poco cansado. Sentí que siempre estuve dictando el juego”, analizaba el 75 veces campeón ATP sobre el 33° Masters1000 obtenido en Madrid, misma cantidad que Rafael Nadal en la categoría.
Al igual que en 2016, la posibilidad de otra epopeya está a la vuelta de la esquina. Aunque sea el torneo más escabroso para el serbio, si lo logró una vez, ¿porque no dos veces? La cita es nuevamente Roland Garros, igual que tres años atrás. Wimbledon 2018, US Open 2018, Australian Open 2019 y ¿Roland Garros 2019? El escollo principal sigue siendo Rafael Nadal, que aunque no haya conseguido títulos en Monte Carlo, Barcelona o Madrid, a cinco sets y en París es el máximo favorito al título. "Nole" ya lo derrotó una vez en la Philippe Chatrier pero... ¿Será capaz de volver a ganar los cuatro en fila?

Daniel Vitale Pizarro

06 mayo 2019

El futuro es griego


"Me he criado en la arcilla y es mi superficie favorita, me salen muchos movimientos naturales y creo que puedo desenvolverme realmente bien. El tenis en polvo de ladrillo me resulta parecido a una partida de ajedrez. Tienes que ser mucho más paciente, jugar con ángulos y ser impredecible para el rival. Hay que construir el punto porque todo va algo más lento. Tengo plena confianza en mis posibilidades en esta gira", anunciaba confiado Stefanos Tsitsipas previo a debutar en Monte Carlo. Campeón solo sobre superficie dura bajo techo, el griego aterrizaba en Estoril luego de tropezar en Mónaco y Barcelona en las primeras rondas.
La maduración de Tsitsipas es alucinante. A los veinte años ya fue campeón ATP, finalista de M1000, de ATP500 y semifinalista de Grand Slam. Nueve del mundo (8° en abril), Stefanos ya se planta en la cancha como tal y es favorito por juego, ranking y juventud. Difícilmente lo veamos en 2020 disputando muchos ATP250, eso quedará para el mejor postor. Pero este año cumplió con Portugal y le dio una satisfacción a los suyos, al director del torneo y a los aficionados. En un cuadro con ocho Top30, se abrió paso para llegar a la final y levantar el trofeo de campeón en Estoril, el tercero de su corta pero explosiva carrera como profesional, el primero en su predilecta tierra batida.
El rival de la final fue Pablo Cuevas (67°). El uruguayo exTop20 (19°) tuvo una semana tan atípica como positiva. Ingresó al cuadro principal como Lucky Loser tras perder ante Salvatore Caruso (152°) y en primera ronda volvió a enfrentarse al italiano al cual venció en sets corridos. En segunda ronda su rival debería haber sido Fabio Fognini (12°) pero una lesión no le permitió jugar y en su lugar ingresó otro italiano, Filippo Baldi (155°). En semifinales su rival no fue Carreño Busta ni Monfils (preclasificados) sino la sorpresa del certamen, el joven español Davidovich Fokina (167°). Frente a Tsitsipas en la final tuvo un set point para estirar el encuentro a un tercer set pero cayó 6/3 7/6, como casi siempre con espectáculo incluido.

Consciente de que no es normal todo lo que le está pasando en un período tan corto de tiempo y siendo tan joven, "Stef" mantiene los pies sobre la tierra cuando declara: "Por un lado, quería que esto ocurriera pero por otro, me parece algo muy extraordinario y loco estar en la posición en la que estoy ahora. Creo que mentalmente estoy en el sitio correcto y luchando por lo que quiero, por eso merezco estar donde estoy ahora mismo. Es bueno tener títulos en canchas de arcilla y dura. Era algo por lo que había estado luchando. El siguiente reto será ganar en césped o tal vez obtener más títulos en tierra batida este año, eso sería maravilloso".
Si 2018 fue el año del salto cualitativo, 2019 es la temporada de la confirmación: Tsitsipas será seguramente por mucho tiempo Top10 y peleará por muchos títulos importantes. Augurar cuantos Grand Slams ganará o cual será el primero, es contraproducente para todos, sobretodo para el propio jugador, sino miremos el caso Zverev. Alexander no puede concretar en los Grand Slams todo lo excepcional que muestra en el circuito ATP, producto, en parte, de la presión extra de los medios especializados y del público que desde muy joven lo mencionan como múltiple campeón de Majors y N°1 ATP. Pero nadie se pone a pensar que apenas tiene 22 años y que ya ganó muchísimo.

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Entrenado por su padre Apostolos pero asesorado por Patrick Mouratoglou, los objetivos del nacido en Atenas cambiaron desde su semifinal en el Australian Open a principio de temporada. El Top10 es una realidad y para mantenerse en la elite absoluta del tenis debe tener buenas actuaciones en los Masters1000 y los Grand Slams. Stefanos divide su tiempo entre la Academia Mouratoglou en Francia durante aproximadamente unas quince semanas al año, sus viajes a Grecia para estar con su familia y amigos, y el circuito internacional, que le demanda aproximadamente treinta semanas alrededor del mundo.


Mouratoglou tiene una opinión formada sobre la mejoría del griego gracias al trabajo realizado en su Academia y debido a la realidad griega en relación al tenis: “El progreso de Tsitsipas desde que se unió a nosotros a sido excelente. Su padre Apostolos, quién aún lo entrena, claramente ha hecho un trabajo magnífico. Él mismo y su hijo me han reconocido que acertaron de lleno marchándose de Grecia, ya que allí la probabilidad de triunfar en el tenis es mínima, ya que el tenis en el país heleno no es un deporte prioritario para los aficionados. No había suficientes jugadores con los que podía jugar y entrenar”.
“Lo que más me gustó de Tsitsipas cuando lo vi por primera vez, en el Orange Bowl, fue su concentración en lo que estaba haciendo. Podías ver en sus ojos la voluntad de ganar y de estar enchufado en un partido desde el primer minuto. Me gustó también mucho su estilo de juego en general, así que rápidamente me puse en contacto con su padre para que vinieran a mi Academia durante unos días. Ellos vinieron y a partir de ahí nunca se han ido", rememoraba el entrenador de Serena Williams, que dirige una de las Academias de tenis más importantes de Europa y que no escatima en elogios para con Stefanos Tsitsipas.

Daniel Vitale Pizarro

29 abril 2019

Italia está de moda


La década del 2010 será recordada para siempre por el tenis italiano por sus logros afuera y adentro de la cancha. Los éxitos de los tenistas "azzurri" en el circuito ATP fueron capitalizados por la Federación Italiana de Tenis, políticos y empresarios que, ni lerdos ni perezosos, trabajaron mancomunadamente para brindarle al pueblo italiano el mejor tenis del mundo. Al tradicional Masters1000 en Roma y al reciente Masters #NextGen en Milán para menores de veintiún años, se le agregará a partir de 2021 en Turín la Masters Cup, el torneo que reúne a los ocho mejores tenistas del mundo en singles y en dobles.
Italia le ganó la batalla a grandes competidores como Japón, Singapur e Inglaterra. Tokio era el competidor más fuerte de Turín por la historia (sede Masters inaugural ATP 1970) y por lo económico; Singapur contaba con la experiencia de albergar exitosamente durante cinco años al Masters de la WTA; y Manchester, actual sede de un Chalenger sobre césped, era la menos favorita pero no por eso tenía menos posibilidades ya que Gran Bretaña había superado todos los récords de audiencia y espectadores durante los diez años que acumula como anfitrión del certamen en la "Arena O2" de Londres, a falta de dos temporadas para que finalice su contrato.
La ATP quería que el Masters se quedara en Europa por una cuestión de comodidad para los jugadores que terminan su calendario tenístico en octubre/noviembre luego de disputar la gira bajo techo de canchas duras europeas. El dinero muchas veces se impone al sentido común pero esta vez la Asociación de Tenistas Profesionales decidió que el circuito finalice su temporada ATP en Turín (noroeste de Italia) gracias a la Federación Italiana de Tenis y a "Sport e Salute SpA" que colaboraron con el Gobierno de Italia, el Ayuntamiento de Turín y la Región del Piamonte. Pero nada de esto hubiera ocurrido si el tenis italiano no hubiese estado viviendo este momento álgido.

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Andreas SeppiFabio FogniniPaolo LorenziMarco Cecchinato y Matteo Berrettini son los italianos campeones ATP durante esta década. El título más sobresaliente, el conseguido la semana pasada por Fognini en Monte Carlo, y el más reciente, el ganado por Berrettini ayer en Budapest, mismo certamen que un año atrás había coronado a Cecchinato antes de ser semifinalista de Roland Garros. A falta de siete meses para que termine la década, en total los tenistas italianos obtuvieron dieciocho títulos ATP entre 2010 y 2019, la segunda mayor cosecha de trofeos en la historia del tenis de Italia luego de los años '70, la época de oro (22 trofeos).


"Los italianos nos estamos ayudando mucho con nuestros logros. Esto es fantástico para los seguidores italianos y para el deporte italiano en general", declaraba Matteo Berrettini, campeón de dos torneos ATP en menos de doce meses, consciente del gran momento que atraviesa el tenis de su país. El romano de 23 años ostenta su mejor ranking histórico (37°), uno de los seis italianos miembros del Top100. Pero la mayor cantidad de sus coterráneos están en el Top200. Trece son los nacidos a orillas del mediterráneo entre el puesto 101-200, país líder absoluto en cantidad de jugadores allí, único con más de nueve tenistas entre los doscientos mejores del mundo.


Matteo llegó a Budapest con una racha de cinco derrotas consecutivas en el circuito ATP pero con un título Challenger en medio de esas caídas, en Pheonix (Arizona), con buenas victorias ante tres Top100: "No estaba ganando demasiados partidos en el año y creo que la clave esta semana fue mi servicio. También mejoré mucho mi revés. Mi golpe de derecha, especialmente sobre polvo, es una buena arma. Pero durante el torneo, mi revés y mi servicio me ayudaron mucho". A pesar de ganar dos títulos ATP, recién en Hungría obtuvo más victorias que derrotas ATP (30-29), lo que marca su poco rodaje en el circuito en comparación a su alta efectividad en finales.

Daniel Vitale Pizarro

22 abril 2019

El genio pudo con su genio

Se podría decir que Josep Perlas formó profesionalmente a Fabio Fognini durante los cinco años que trabajaron juntos. En ese período el italiano fue 13° ATP, ganó cuatro títulos ATP y alcanzó otras ocho finales. Significó un paso adelante en su carrera no solo en cuanto a resultados. El afamado entrenador español implementó entrenamientos de calidad para que pudiera golpear la pelota con limpieza en cualquier sitio de la cancha y durante el tiempo que dure un partido exigente. Pero en 2016 el tándem Perlas-Fognini llegó a su fin y el italiano decidió cambiar de aire. Franco Davin, el entrenador argentino más laureado, aceptó trabajar junto a 'Fogna' a partir de 2017.
El primer año fue de adaptación. Campeón en Gstaad y finalista en San Petersburgo, finalizó 27° ATP, lejos de las aspiraciones de ambos. El objetivo era subir el listón que había dejado Perlas e intentar irrumpir en el Top10. Capaz de generar tiros ganadores prácticamente sin esfuerzo y con una variedad de golpes que escasea en el circuito, su punto débil es su fragilidad mental. Ese punto atacó Davin desde que se unieron. Su temperamento sanguíneo, muchas veces incontrolable, le impidió conseguir buenos resultados en torneos importantes. Sus exabruptos lo expusieron a multas varias y hasta a expulsiones de torneos.


El 2018 fue la mejor temporada de su carrera: tres títulos en cuatro finales, 13° ATP en diciembre y 46 victorias en total. Todas marcas personales. Fognini atribuye el éxito a dos cosas: "Estoy mejor que nunca. Mejoré mis hábitos de alimentación, estoy más rápido y fuerte. Ser padre me cambió mucho y me hizo tomar las derrotas de otra manera. Cuando pierdo y luego veo a mi hijo las decepciones de la cancha me pesan mucho menos. Percibo una puerta abierta por la que me quiero colar para saciar mi hambre de triunfos". Padre de Federico junto a Flavia Penetta desde mayo de 2017, estaba todo dado para que asaltara el Top10 en 2019.
Su gran rendimiento lo llevó a dejar la marca de indumentaria italiana "Hydrogen" que lo vistió durante 2017-18 para ser el primer tenista vestido por "Emporio Armani", la reconocida marca italiana dedicada al público joven (EA7). Ya había hecho campaña publicitaria para la marca creada por Giorgio en 1975 pero en 2019 la compañía fundada en Milán fue más allá y decidió vestirlo de pies a cabeza dentro y fuera de la cancha. Nuevamente en el circuito, los resultados no llegaban y una vez más, como tantas otras durante su carrera profesional, su inestabilidad emocional dentro de la pista lo traicionó: "Fue un comienzo de año muy difícil porque en 2018 jugué muy bien y en un momento me sentí muy cerca de estar Top10, pero no se me dio".


El mejor resultado del año había sido semifinal de dobles en Miami junto a Novak Djokovic. El italiano no encontraba el norte y de a poco se alejaba del Top10. Llegó a Monte Carlo con la obligación de ganar algunos partidos para no abandonar el Top20. "A mi edad es difícil aceptar las derrotas y los problemas físicos. Tengo dolores en un tobillo y el codo derecho. Voy a jugar hasta Roland Garros y después veré", declaraba cabizbajo antes de debutar en el Principado. La suerte es un factor fundamental en la vida, solo hay que saber cuando y como aprovecharla para encaminar determinadas situaciones.

Fabio perdía 4/6 1/4 y chance de 1/5. El partido le pesó a Rublev y Fognini de a poco comenzó a levantar su nivel hasta darle la vuelta por completo. El grito del festejo significó mucho. El siguiente rival era Gilles Simon, al que nunca venció en cinco partidos disputados, todos sobre arcilla. El francés amaneció con la espalda dura y decidió no presentarse. Fognini accedía a octavos de final donde lo esperaba Alexander Zverev (3°). Luego de un tiebreak que podía haber ganado cualquiera de los dos, el italiano se soltó (7/6 6/1) y disputó un gran encuentro. La confianza, eso que en el tenis marca la diferencia con el resto. Y la suerte, claro.
En cuartos de final el rival era Borna Coric (13°). Y como en primera ronda, iba a tener que remontar partidos que en otro momento hubiera perdido. De 1/6 0/2 pasó a 1/6 6/3 6/2 con el codo derecho vendado. En un abrir y cerrar de ojos el nacido en San Remo era semifinalista en Mónaco. La cita era con Nadal y la vara subía. Preparado para el desafío, "Fogna" fue un vendaval de tenis. Plantado muy cerca de la línea, sin retroceder ni un paso, vapuleó al once veces campeón allí 6/4 6/2, faena que podría haber sido peor si del otro lado no hubiera estado el propio "Rafa" (Fabio sacó 5-0 40-0). Tercera victoria en ladrillo sobre el mejor de siempre, solo Djokovic (7) pudo vencerlo en más oportunidades. Tiene la fórmula.
La victoria sobre Nadal generó que se hablara de él en todo el mundo. No sucede todos los días que Rafael pierda sobre polvo de ladrillo y menos aun en uno de sus torneos predilectos. Fognini no debía conformarse. De nada serviría ganarle a Nadal y perder en la final ante Dusan Lajovic (48°). El serbio llegaba a la definición por el título sin ceder sets y con triunfos solventes ante, por ejemplo, Goffin (21°), Thiem (5°) o Medvedev (14°). Y no sería nada raro verlo arrebatarle el trofeo de campeón al favorito del público y de los especialistas, proclive a no concretar todo lo que genera desde su juego.


Pero no le pesó la final al mejor italiano de los últimos cuarenta años. Sin sobresaltos venció a Lajovic 6/3 6/4 con muestras de dolor en el muslo cuando promediaba el segundo set. El festejo es mejor verlo que leerlo. Primero con la remera sobre su cara y luego infundido en abrazos con Flavia (esposa), Fulvia (hermano), Fulvio (padre), Barazzutti (co-coach) y todo su equipo de trabajo. “Me gustaría disfrutar de este trofeo esta noche con mi familia y amigos. Mañana es el cumpleaños de mi madre así que quisiera disfrutarlo con ella. Pensando en el próximo torneo (Barcelona), veremos si estoy realmente en buena forma para jugar”, expresaba ante los periodistas un cansado y feliz campeón.

Daniel Vitale Pizarro

15 abril 2019

Cambiar para ganar

El tenis chileno vive su momento álgido. Las irrupciones tan esperadas de los jóvenes chilenos nacidos en 1995/1996 se hicieron realidad en estas últimas dos temporadas. Nicolás Jarry y Christian Garín dieron varios pasos adelante en sus carreras para volverse protagonistas del circuito ATP. El año pasado, el nieto de Jaime Fillol (14° ATP 1974) logró sus primeros cuartos de final, semifinal y final en tres torneos consecutivos durante la gira sudamericana para finalizar el año Top50 (39° ATP en noviembre). El otro chileno en cuestión, Garín, durante los primeros meses del año en curso cosechó solo éxitos, fruto del proceso de reconstrucción que empezó en agosto de 2018.
Christian Garín estaba estancado. A los 21 años y con un palmarés como juvenil que pocos tenistas pueden ostentar, no encontraba el camino correcto para insertarse en el circuito ATP. Campeón de Roland Garros (finalista en dobles) y del prestigioso Eddie Herr en singles y dobles; finalista del Orange Bowl y del Banana Bowl, siempre con Nicolás Jarry como compañero, alcanzó el N°4 ITF Junior y nadie dudaba de su próxima explosión como profesional. Su primera victoria ATP fue en 2013 aun siendo juvenil en Viña del Mar. Todo iba viento en popa, pero su segundo triunfo ATP tardó en llegar. Tanto tardó que los mismos que auguraban una carrera exitosa ya no pensaban lo mismo.
Pero Cristian tenía una ventaja con respecto a sus detractores: aun era muy joven. No todos los jugadores maduran al mismo tiempo. Algunos nunca logran dar el salto de calidad hacia el Top100, ese lugar que les garantiza tranquilidad económica y poder disputar casi todos lo torneos ATP. Agosto 2018. Garin decide sumar a su equipo de trabajo al argentino Andrés Schneiter, entrenador de Juan Ignacio Londero y de tantos otros en el pasado, entre ellos Mariano Puerta en 2005. En pocos meses la mejoría fue notoria: tres títulos Challengers ganados y 84° ATP en diciembre. El "Tanque" (312° en enero) había superado todas las expectativas.
El "gringo" Schneiter daba su parecer sobre el 2018 de su pupilo, luego de trabajar juntos cuatro meses: “Está muy contento. Vengo trabajando con él para que mejorase su solidez y acercarse a su mejor nivel tenístico y mantenerlo durante todo un torneo. Esa es la idea de todo lo que estamos trabajando. Todo esta racha de buenos resultados viene enganchado mucho con un tema mental. Se está trabajando mucho la cabeza, aceptando más, bancar, estar en los partidos, intentar estar siempre con la misma actitud y ganas todos los encuentros. Poco a poco los resultados nos están acompañando. A la larga será una cosa de tiempo”.
Comprometido con la causa, a Garín hoy se lo escucha y nota más maduro: "Me ha llevado cuatro años dar el salto y asentarme en el Challenger Tour, pero ahora me siento seguro de mí mismo. He mejorado mucho en el autocontrol, ha sido un trabajo silencioso junto a un psicólogo, que va más allá del tenis. Estoy recuperando la pasión por este deporte, una que no sentía desde que tenía 15-17 años. Ha habido años en los que me costaba competir, no aceptaba que hubiera jugadores mejores que yo, pero ahora vuelvo a ser el que era. A inicios de 2018 me di cuenta de que el tenis es lo que me apasiona en esta vida, y que tenía claro que quería alcanzar mis objetivos".




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Y muchos de esos objetivos los alcanzó en unos meses. El primero fue el quinto punto ganado en Austria para que Chile clasificara a las Finales de la Copa Davis en Madrid. Si había una competición en la que Garín fue denostado por la prensa chilena era en Copa Davis y allí fue donde empezó a torcer la opinión de los especialistas y del público en general. "Me han hecho mierda en cada partido que perdía, aunque también hay gente que me ha apoyado muchísimo y gracias a ellos estoy ahora jugando a este nivel", declaraba luego de quitarse la presión de rendir en la competición por equipos más importante del mundo del tenis con una mezcla de revanchismo y satisfacción por lo conseguido.


Su segundo "hito" fue volver a ganar un partido ATP después de seis años. La noche del ATP de Buenos Aires ante Felix Auger Aliassime fue el escenario perfecto. Dos semanas más tarde, en San Pablo, rompió los esquemas al alcanzar la final del torneo ATP250 ante Guido Pella, el argentino que ganó su primer torneo ATP luego de perder cuatro finales. Llegar al último partido por primera vez le cambió la mentalidad y empezó a darse cuenta de que podía pelear por cosas importantes. Un paso en falso por Miami no hizo mella en la confianza de cara a Houston, lugar elegido por el chileno para iniciar la gira sobre polvo de ladrillo. Mejor lugar, imposible.


El tercer gran momento fue en Houston (USA). En el torneo de la antigua arcilla verde, derrotó a Pablo Cuevas, Jeremy Chardy, Henri Laaksonen, Sam Querrey y Casper Ruud para ser campeón por primera vez en su carrera, ingresar al Top50 (47°) y lograr el positivo en victorias/derrotas ATP (22/21). El nacido en Santiago fue una estrella juvenil, le costó mucho la transición al profesionalismo, cayó en un pozo, la prensa lo denostó, cambió de entrenador varias veces, modificó su carrera y hoy disfruta de un presente excepcional gracias a su perseverancia y a confiar en él, en su círculo íntimo y en su tenis. Veremos hasta donde es capaz de llegar.

Daniel Vitale Pizarro