Montreal 2005 fue el primer Masters1000 que conquistó Rafael Nadal sobre superficie dura. Su rival fue Andre Agassi, 16 años y 35 días mayor que el español, diferencia de edad récord para una final de M1000 desde la creación de este tipo de certámenes en 1990. Trece años después, en Toronto (torneo canadiense con sedes rotativas), Nadal obtuvo su noveno Masters1000 sobre cemento ante un rival 12 años y 70 días menor que él, Stefanos Tsitsipas. El tenis del español tomó vuelo a partir de ese 2005 y el 2018 del griego parece que será el año del puntapié para pelear por los puestos de vanguardia del circuito ATP.
Stefanos nació en Atenas (Grecia) hace exactamente veinte años. Campeón de Wimbledon junior en dobles y número uno de la categoría en 2016, el griego dueño de un tenis clásico con empuñaduras de otra época se abrió camino en el tenis profesional ese mismo año, pero las victorias a nivel ATP no llegaron hasta un año después. Su rápida adaptación al tenis profesional lo depositó en semifinales de un ATP250 (Sofía) en su segundo torneo en el cual había obtenido victorias ATP. Esos cuatro triunfos ATP más buenos resultados en Challengers permitieron que terminase el año Top100, lo necesario para evitar las clasificaciones durante los primero torneos de la temporada siguiente.
En su primer año como Top100, con 19 años Tsitsipas alcanzó su primera final ATP en el ATP500 Barcelona con victorias resonantes ante Dominic Thiem (7°) y Pablo Carreño Busta (11°) antes de caer frente a Rafael Nadal (1°). Su nombre apareció en las portadas deportivas de todo el mundo. ¿Quién era el joven griego que le plantó cara a Nadal en su país? Los aficionados aprendieron rápido a pronunciar su complicado apellido. Una semana más tarde, en Estoril (Portugal), logró su segunda victoria ante un Top10 contra Anderson (8°) antes de caer en semifinales versus el local Joao Sousa, a la postre campeón del torneo.
Semifinalista en Washington con triunfo ante David Goffin (11°), llegó a Toronto con buenas sensaciones tenísticas. Sin ser preclasificado, el sorteo no lo benefició en absoluto pero eso no impidió que avanzara hasta la final eliminando a cuatro Top10 en fila. Sí, a cuatro: Thiem (8°), Djokovic (10°), Zverev (3°) y Anderson (6°). El límite fue el mismo de Barcelona, Rafael Nadal (1°). Tsitsipas perdió el título pero se adjudicó el récord del jugador más joven en vencer a cuatro Top10 de manera consecutiva, marca que le pertenecía al propio Nadal. El día de su cumpleaños número veinte no pudo regalarse el trofeo pero sí una semana para el recuerdo de él y de todos.
"He tenido la mejor semana de mi vida. Estoy viviendo un sueño, jugando en un nivel asombroso y lo estoy disfrutando más que nunca. Vencer a cuatro Top10... nunca me hubiera imaginado que iba a hacerlo en un solo torneo. Solo necesitaba creer en mí mismo y sentirme confiado para jugar contra ellos. Es un gran logro para mi, pero a la vez sigo hambriento. Creo que puedo conseguir muchas más cosas este año. Aunque haya perdido hoy, siento que con mi juego puedo ganarle a buenos jugadores. Soy agresivo pero agresivo con seguridad. Siento que nunca estoy perdiendo y que siempre estoy ahí", eran las sensaciones del subcampeón de Toronto posderrota, caída que lo ubicará 15° ATP.
La sensación del torneo fue Tsitsipas pero el campeón fue Nadal. Qué decir de 'Rafa' que no se haya dicho. De menos a más, como nos tiene acostumbrados en las citas importantes, el español toma ritmo a medida que pasan las rondas y se vuelve invencible. Físicamente al 100% es muy difícil verlo perder. La intensidad que impone dentro del rectángulo de juego es infernal e impresiona como disputa los puntos importantes. Lidia con la presión como nadie, parece no afectarle. Aunque por dentro dice sentirla, por fuera no se nota y los rivales lo sienten. Nadal es mentalmente único e irrepetible, el mejor de todos, y la prueba está en su actitud en las derrotas, videos que en todas las escuelitas de tenis del mundo deberían repetir hasta el cansancio.
Nadal no concibe la frustración, o al menos la procesa en segundos. El tenis es un deporte de porcentajes y quien menos falla es el ganador. El 80% de los puntos ganados son por errores del rival, forzados o no forzados, pero errores al fin. El autocontrol, eso que Nadal domina a la perfección, es lo que le permite no regalar puntos, games y sets a su rival. La dureza mental hace que rinda bajo presión y por ende, asfixia a sus rivales, que no encuentran explicación a su alto nivel en los momentos claves de un partido. El de manacor domina mentalmente a sus contrincantes, "se les mete en su cabeza" e inconscientemente los obliga a fallar. Tan increíble como real.De los 8⃣0⃣ títulos 🏆 #ATP de @RafaelNadal— ATP en Español (@ATPWorldTour_ES) 14 de agosto de 2018
1⃣7⃣ Grand Slam
3⃣3⃣ #atpmasters1000
¡Qué palmarés! 👏 https://t.co/NRpdMh717I pic.twitter.com/7EXzquyNID
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"Rafa" lo tiene muy claro: "Cuando pierdes los nervios, el otro te ve mucho más débil. Con el autocontrol dejas de regalar partidos. En mi cabeza hay dudas siempre, ese es mi sentimiento. No soy una persona segura de sí misma en ninguna cosa de la vida. No soy una persona decidida en casi nada. Me cuesta mucho tomar decisiones… pero cuando juego, en los momentos importantes, tengo la determinación de hacer algo. Mi cabeza, en los momentos de presión, en los momentos importantes, me ha respondido bien la mayoría de las veces. Hablemos claro. Mi cabeza me ha permitido jugar de la manera que yo creía que tenía que jugar y no me ha impedido hacer lo que yo creía que tenía que hacer: eso es lo que pasa cuando tienes nervios, cuando te supera la situación".
"Rafa" lo tiene muy claro: "Cuando pierdes los nervios, el otro te ve mucho más débil. Con el autocontrol dejas de regalar partidos. En mi cabeza hay dudas siempre, ese es mi sentimiento. No soy una persona segura de sí misma en ninguna cosa de la vida. No soy una persona decidida en casi nada. Me cuesta mucho tomar decisiones… pero cuando juego, en los momentos importantes, tengo la determinación de hacer algo. Mi cabeza, en los momentos de presión, en los momentos importantes, me ha respondido bien la mayoría de las veces. Hablemos claro. Mi cabeza me ha permitido jugar de la manera que yo creía que tenía que jugar y no me ha impedido hacer lo que yo creía que tenía que hacer: eso es lo que pasa cuando tienes nervios, cuando te supera la situación".
Daniel Vitale Pizarro