02 abril 2018

El renacido

La primera final de Masters1000 que disputó John Isner fue en Estados Unidos, Indian Wells 2012. Roger Federer (3°) fue mucho para el norteamericano que había derrotado en semifinales a Novak Djokovic, número uno del mundo, la mejor victoria de su carrera hasta entonces. Nueve del mundo esa temporada, su mejor ranking a la fecha, Isner repitió final de M1000 también en USA, en Cincinnati, su mejor torneo en cuanto a resultados, frenado por Rafael Nadal, número tres del momento. En ese certamen John derrotó a Gasquet (11°), Raonic (10°), Djokovic (1°) y Del Potro (7°) antes de caer ante Nadal (3°).

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Su tercera final en la categoría que precede en importancia a los Grand Slams fue en París 2016. En el último torneo regular de la temporada, el gigante nacido en Greensboro perdió el título ante Andy Murray (2°) tras haber derrotado en semifinales a Marin Cilic (10°). Grandes resultados y buenas victorias contra el Top10 no le bastaban al campeón Universitario 2007 para lograr su primer Masters1000. Victorias ante el Big4 pero no en las finales. La mente lo traicionaba en los momentos importantes. Su saque no respondía igual, su derecha no lastimaba igual.

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Pero iba a tener una nueva oportunidad de saldar esa cuenta pendiente. En Miami, en el último año del Crandon Park como sede del histórico "Quinto Grand Slam", la cuarta iba a ser la vencida. Cilic (3°) en octavos de final y Del Potro (6°) en semifinales, los Top10 que dejó en el camino hacia la final. El rival de turno era Alexander Zverev (5°). El alemán de 20 años es llamado a ser el futuro, no tan lejano, N°1 del circuito. Campeón de Roma y Montreal en 2017 en plena hegemonía del Big4, "Sascha" ya no promete, es una realidad y el tiempo solo dirá en qué lugar de la historia quedará. Si no era ya complicado el desafío, el frente a frente era 3-0 en favor del teutón

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Isner perdió el tiebreak del primer set (4-3 y servicio en el TB) pero nada impidió que su mente se dispersara. Como si lo hubiera planeado, quebró en ambos parciales en el 4-4 para llevarse el título 6/7 6/4 6/4, sin antes sufrir en su juego de servicio 5-4 del segundo set levantando dos sets points, uno siendo el mejor punto del partido. La fortaleza mental, lo que escasea en el circuito profesional, hizo, hace y hará la diferencia, más aun en un deporte individual que no permite la ayuda de tu cuerpo técnico durante los partidos. ¿Qué tan importante es la mente en un partido de tenis? Jugadores y entrenadores profesionales coinciden en que al menos es un 70%, al menos...


Y el hombre maratón lo deja bien claro en sus declaraciones postítulo en Miami, el más importante de su carrera: “La clave para ganar no fue nada referente con la técnica ni era estar más tiempo en el gimnasio, fue todo mental. En la primera cena que tuve en el torneo con mi entrenador, hablamos sobre todos los factores que me estaban frenando y solo eran cosas mentales. Estaba perdiendo partidos cerrados por estar demasiado tenso y dubitativo. Después de aquel diálogo noté cómo entraba más suelto a cada partido, sabiendo que podía obtener grandes resultados si conseguía competir más liberado mentalmente”.
Al igual que Del Potro en Indian Wells, Isner logró su primer Masters1000 en su cuarta final y tras perder las tres primeras finales ante miembros del Big4, lo que marca lo difícil de ganar este tipo de certámenes en esta época monopolizada por apenas cuatro jugadores que lo ganaron todo y más. A un mes de cumplir 33 años, se convirtió en el jugador de más edad en debutar como ganador de M1000 y el más alto de la historia en ganar un título de esta categoría con apenas 208cm de altura. Ah, casi me olvidaba, en 2018 acumulaba dos victorias en sus seis torneos previos antes de aterrizar en Miami...
John Isner es un jugador en Estados Unidos y otro diferente fuera de su país. Su carrera se basa en los torneos norteamericanos. Ostenta 21 finales ATP en USA sobre 25 disputadas (11-10). Las excepciones: dos títulos en Auckland y finales en Belgrado y París. Incluso disputó las tres finales de los M1000 que se disputan en USA y del único ATP500 que se juega en el país. Es más, de los once torneos ATP que se disputan actualmente, solo en dos no fue finalista: US Open (CF) y Delray Beach (SF). Alcanzó al menos la final en Memphis (actual Nueva York), Indian Wells, Miami, Houston, Newport, Atlanta, Washington, Cincinnati y Winston Salem. Profeta en su tierra.

Daniel Vitale Pizarro

19 marzo 2018

Sinónimo de superación

La consagración de Argentina en la Copa Davis 2016 de la mano de Juan Martín Del Potro desinfló a la mayoría del equipo. Demasiada presión absorbieron los jugadores que no supieron manejar postriunfo. "La Torre de Tandil" tuvo un 2016 formidable luego de su vuelta al circuito tras su tercera operación de muñeca, pero como todo el equipo, no aprovechó el envión anímico de semejante logro para el tenis argentino. Asimilada la hazaña, su temporada recién tomó forma en el US Open, al unísono con la contratación de Sebastián Prieto como coach. En su torneo favorito (campeón en 2009) volvió a sentirse peligroso e importante dentro de una cancha de tenis.

Sebastian Prieto llegó en el momento justo. Su inclusión en el equipo de trabajo le dio orden a su vida tenística fuera de los torneos. "Prieto me aporta orden y tranquilidad. Estuve mucho tiempo buscando las pelotitas, programando mis entrenamientos, pensando en qué ejercicios hacer y cuáles no, y al final del día es un desgaste grande. Ahora estoy más tranquilo, Prieto tiene experiencia, estuvo entrenando a otros jugadores, estuvimos 5-6 torneos juntos y mi nivel aumentó y eso me da motivación para seguir trabajando juntos", declaró JMDP durante su pretemporada en Tandil.
Semifinalista del US Open con victorias ante Thiem (8°) y Federer (3°); semifinalista en Shanghai con triunfo ante Zverev (4°); campeón en Estocolmo en la final ante Dimitrov (8°) y finalista en Basilea tras ganarle a Cilic (4°), finalizó 11° ATP, suplente para el Masters de Londres. En un sprint de fin de año fantástico, el 2018 auguraba más alegrías que tristezas. La final en Auckland no fue ideal por el rival ante el que cedió (Bautista Agut - 21°) pero sí fue un buen inicio de temporada. El cuadro del Australian Open lo cruzó con un intratable Tomas Berdych en tercera ronda y Frances Tiafoe dio la sorpresa al eliminarlo en segunda ronda de Delray Beach.
Nueve del ranking ATP, fue campeón en Acapulco en un cuadro repleto de excelentes jugadores, con triunfos ante tres Top10 camino al título. Candidato en Indian Wells, el main draw se abrió y alcanzó la final en California sin vencer a ningún Top30. Pero en la final lo esperaba Roger Federer, compañero de varias batallas y N°1 del mundo. El partido fue una locura. 6/4 Del Potro; 7/6 Federer tras Juan Martín desperdiciar un match point con una derecha invertida simple a la red; tres puntos de partido de Roger con su servicio (5/4 40-15 y ventaja) que no pudo concretar para concluir con un 7/6 (7-2 en el tiebreak) para el argentino. El partido del año, sin dudas.


La final tuvo de todo. Lujos, errores, nerviosismo, discusión de ambos con el árbitro, chances desperdiciadas y muchos momentos de tensión. Federer sufre cuando los partidos con Del Potro son trabados, tanto como contra ningún otro jugador en la actualidad. Como Nadal un lustro atrás, Juan Martín tiene la receta mental para abrumar a Roger. No es técnico ni táctico, es mental. Federer es genial en todas las facetas del juego, pero cuando lo dominan mentalmente, no funciona. No le pasa seguido, pero ante Nadal y Djokovic, muchas veces se bloqueó.
"Estoy decepcionado por el resultado de hoy, pero no tengo otra cosa que hacer que felicitar a Del Potro. Él ha tenido muchas posibilidades de llevarse el partido en el segundo set, pero conseguí reaccionar y forzar el tercer set, pero por un par de despistes lo acabé pagando. Estaba en la entrega de premios pensando en que desearía haber jugado ese tiebreak otra vez. No sé qué demonios me ocurrió", declaraba en conferencia de prensa Federer, que buscaba ser campeón en California para mantenerse en la cima del ranking al menos hasta el Masters1000 de Roma. Perdida la final, deberá alcanzar los cuartos de final en Miami para no perder esa posición de privilegio.
Hoy, el rival de Roger Federer por cada torneo importante en canchas duras es Juan Martín Del Potro. Seis del mundo desde el lunes y probable tres ATP por la poca cantidad de puntos que defiende hasta agosto, mostró estas semanas en Norteamérica un semblante desde el fondo de la cancha que da miedo. Mentalmente privilegiado, dejó de golpear el revés con slice por dolor y lo hace por táctica. Su predecible revés cruzado ya no es tal y lo alterna con paralelos a menor velocidad pero efectivos. Su saque y su derecha, sus armas desde que es profesional, no tienen fisuras.

Sorprendido por el desarrollo del partido y por su nivel, "Delpo" dijo: "Ha sido un partido espectacular en todas las facetas. Creo Roger y yo jugamos a un gran nivel. La gente estaba emocionada, nosotros muy nerviosos porque lo notábamos en la cancha. Tuve el partido en mis manos en el segundo set pero no pude mantener la calma y todo se me complicó en el tercero, donde tuve que salvar dos bolas de partido. En el segundo tiebreak sí pude mantener la calma y conseguí llevarme el partido. Me sigo sorprendiendo a mí mismo y quiero seguir sorprendiendo al circuito"
A pesar de que Federer lidera los enfrentamientos personales ante Del Potro 18-7, lo curioso es el historial negativo en finales que adelanta a Juan Martín 4-2. El argentino lo derrotó en el US Open 2009, en Basilea 2012 y 2013 y en Indian Wells 2018, mientras que el suizo lo venció en Rotterdam 2012 y Basilea 2017. Las dos definiciones más importantes (la primera y la última) cayeron del lado del nacido en Tandil, y dos de esas cuatro finales, finalizaron 7/6 en el tercer set. Paridad absoluta entre ambos jugadores que tendrán varias peleas más.

Daniel Vitale Pizarro

05 marzo 2018

Terra rossa Fognini

La gira sudamericana llegó a su fin. Cada año febrero se tiñe de naranja y los especialistas de la superficie más lenta del planeta se reúnen en el hemisferio sur para batallar contra el calor y los interminables peloteos de fondo tan habitué del polvo de ladrillo. Quito (Ecuador), Buenos Aires (Argentina), Rio de Janeiro y San Pablo (Brasil) son las cuatro citas que conforman la gira, antes de la dupla norteamericana Indian Wells - Miami de marzo.


San Pablo comparte calendario con Dubai y Acapulco (ambos ATP500), por lo que las mejores raquetas del circuito ya migran de Sudamérica hacia los millones del Emirato o hacia México, antes de desembarcar en Estados Unidos. Pero no todos lo piensan igual y deciden, por cercanía, comodidad u oportunidad, disputar el segundo torneo brasileño en importancia. En 2018 el cuadro contaba con Albert Ramos Viñolas, Fabio Fognini, Pablo Cuevas y Gael Monfils. Ramos y Fognini eran los únicos Top20, Cuevas el tricampeón invicto y Monfils la atracción de toda la gira.

El italiano no defraudó y exhibió un gran tenis para llevarse el título, el sexto de su carrera, todos sobre arcilla. El pupilo de Franco Davin desde 2017, tan talentoso como volátil, vive un muy buen presente: metió solito a su país en cuartos de final de la Copa Davis, tropezó en primera ronda de Buenos Aires, alcanzó la semifinal en Río y terminó siendo campeón en San Pablo. En la ciudad más poblada de Brasil (y de Sudamérica) solo cedió un set en su camino al título, precisamente en la final ante la sensación de la gira, el chileno Nicolás Jarry.
"Es un gran inicio de temporada, muy similar a la de 2014. He trabajado duro en la pretemporada. Es agradable jugar bien, voy a seguir trabajando. Ahora hay dos grandes torneos en Indian Wells y Miami. Todos los que trabajan conmigo y con mi familia saben lo difícil que es ganar un título así que tengo que disfrutar de esto, porque es parte del deporte", fueron las palabras de "Fogna" en su final ATP N°15 (6-9), al menos una por año desde 2012. 13° ATP en 2014, Fabio tiene la oportunidad en 2018 de alcanzar el Top10 por su nivel y por las bajas de las principales raquetas en este inicio de año.
El finalista Nicolás Jarry fue el jugador a seguir durante febrero. Cuartos de final en Quito, semifinal en Rio y final en San Pablo. El nacido en Santiago de Chile solo había ganado un partido ATP hasta 2018 y hoy acumula once triunfos más las dos victorias en Copa Davis. Su presente cambió rotundamente. No hizo otra cosa que crecer. A los 22 años, los resultados obtenidos lo obligan a modificar la planificación de su calendario que incluía Challengers y qualys ATP. 61° del mundo, lo espera un año entero de cuadros principales: "Creo que alguien que trabaja tanto tiempo para ser Top100, quiere descansar un poco o disfrutar, por ende bajas la intensidad y comienzas a encontrar pensamientos que no son los más indicados. Yo me concentro en mi entrenamiento, en lo que hago, nada más”.
El punto de inflexión en la carrera de Jarry fue en 2016, cuando en junio regresó al circuito (619°) tras una operación de muñeca. En poco tiempo, Nicolás retomó su nivel y no dejó de mejorar. "Me propuse solo divertirme y entrenar duro, es todo lo que he hecho desde ese momento", fue la actitud frente a la lesión del chileno que en 2017 fue campeón de tres Challengers para finalizar 113° ATP. Top200 antes de la lesión en 2015, como junior llegó a ser N°8 ITF, campeón del Orange Bowl 2012 y finalista de Roland Garros, ambos logros en dobles junto a su compatriota Chistian Garin.
Su facilidad para jugar al tenis llama la atención. Genera potencia casi sin hacer esfuerzo gracias a su ductilidad y a su 198cm de altura. Sus armas, la derecha y el servicio, alejan a su rival de la línea de fondo lo que genera espacio para definir el punto con mayor comodidad. Tenista gracias a su abuelo Jaime, cuenta que la decisión más difícil de su vida fue decirle 'Tata, no me hables más de tenis': “Decirle eso a mi abuelo fue lo más difícil de mi vida. Fue un gran jugador y sabe mucho, pero él tiene en la mente un estilo de juego más antiguo, que no era tan rápido, y piensa las cosas de manera diferente. Yo tenía un entrenador y Jaime me decía lo opuesto a lo que estaba trabajando en la semana con mi coach. Entonces, no aguanté más y le tuve que decir eso. Decirle a tu abuelo, que lo mejor que hizo en su vida fue ser tenista, que no te enseñe, debe haber sido durísimo también para él”.
“El mundo cree que por ser un buen tenista junior luego serás un tenista profesional muy bueno. En Chile, en el U16, fuimos campeones del mundo en dos ocasiones. Christian (Garín) ganó uno de ellas. Esto es algo increíble, pero a largo plazo algunos no aguantaron la presión o algo raro sucedió. En mi caso, cuando era pequeño no tuve tan buenos resultados, la gente no hablaba mucho de mí, pero eso me ayudó a entender que a la gente le gusta mucho hablar. A esas edades hay que enfocarse en trabajar y escuchar solamente la opinión de tu equipo de trabajo”, le contaba a Tennis News un maduro chileno que sueña con disputar los JJOO de Tokio 2020

Daniel Vitale Pizarro

26 febrero 2018

Superación familiar

“Hay mucha diferencia con jugar en juniors. La cancha es muy grande y cada punto que ganas la gente se vuelve loca, es mucho más divertido”, fueron las primeras palabras de Frances Tiafoe al debutar en un torneo ATP en Washington 2014. Invitado por el torneo a sus dieciséis años, el exnúmero dos del mundo junior disfrutó de haber podido disputar su primer torneo como profesional, en su país y en un ATP500. La derrota ante Evgeny Donskoy fue anecdótica. Sin saberlo, empezaba una nueva etapa en su carrera deportiva, la época de la transición al profesionalismo, donde muchísimos jugadores se quedan para siempre...

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Frances nació en Hyattsville en el Estado de Maryland (USA). Hijo de Constant y Alphina Tiafoe, inmigrantes de Sierra Leona, tomó la raqueta por primera vez a los tres años de edad par nunca más soltarla. Su padre trabajaba en las minas de diamantes de Sierra Leona pero emigró a Estados Unidos en 1993 (su madre en 1996) escapando de la guerra civil. En Norteamérica fue contratado para la construcción de qunce pistas de tenis cubiertas del "Junior Tennis Champions Center" en el College Park en Maryland a cargo de Ken Brody. Encargado de mantenimiento gracias a su estupenda actitud, Constant vivió en el club en una habitación de 15m2 cinco días a la semana. En ese contexto nacieron los mellizos Franklin y Frances.
Durante once años vivieron en el club y los chicos solo veían a su madre cuando ella tenía alguna noche libre (enfermera turno noche). El trabajo de Constant generó que la pasión de los niños por el tenis comenzara a temprana edad y el que más entusiasmo le puso al deporte fue Frances, que se quedaba horas frente al frontón practicando los golpes básicos del tenis. Sin dinero para costear el entrenamiento de su hijo, a los ocho años de edad apareció en la vida de los Tiafoe el entrenador Misha Kouznetsov. "Noté que Frances era más alto que cualquier chico de su edad, que tenía buena coordinación y que le encantaba jugar al tenis. Cuando tenía 6 años me dijo que quería ser un grande de este deporte, el mejor nacido en los Estados Unidos. Me impactó con la convicción que me lo dijo”, fue la primera impresión del cazatalentos.
Exitoso y precoz junior (campeón del Orange Bowl más joven de las historia con 15 años), no le costó mucho la transición al profesionalismo siendo campeón de un Future a los dieciséis años y de un Challenger a los diecisiete: “Sólo tengo 16 años pero siento que llevo 35 años en las pistas. He estado en una pista de tenis toda la vida. Lo único que ha estado allí más tiempo es el poste de la red", decía un maduro joven proyecto de tenista profesional. Luego del wild card en Washington 2014, con diecisiete años ingresó a su segundo cuadro principal en Niza 2016 (desde la qualy). Su primera victoria ATP fue ese año en Winston Salem, también desde la clasificación. Top200 en 2016, llegó su primera victoria en Masters1000 en Indian Wells. Su carrera no hacía otra cosa que ir en ascenso.


Todo cambió en 2017. El triunfo en primera ronda del Australian Open lo depositó por primera vez en el Top100. Los buenos resultados en Challengers (campeón en Sarasota y Aix-en-Provence) mezclado con varios partidos ganados a nivel ATP desembocaron en su primer triunfo ante un Top10 en Cincinnati (Zverev ATP), pero el punto máximo de reconocimiento sucedió en el US Open 2017. 70° del ranking mundial, el sorteo dictaminó que su rival de primera ronda sería Roger Federer, en el turno noche y en el Arthur Ashe. Un lujo por donde lo mires.


La batalla a cinco sets a estadio colmado quedará en el recuerdo del jugador estadounidense, que le sirvió de experiencia para su próximo objetivo en el corto plazo, ser campeón ATP. CInco meses después, ese momento llegó, como todo lo mejor de su carrera, en su país. Wild card en Delray Beach, sus resultados tomaban cada vez más relevancia. Ebden, Del Potro, Chung, Shapovalov y Gojowczyk fue el camino a su primer título del circuito grande, muy complejo para ser un ATP250 y más aun para el 91° del escalafón mundial.


Amigo del argentino Jordi Arconada, compañero de entrenamiento y de viajes, Tiafoe tiene de ídolo a dos jugadores argentinos: “¿Ídolos? Elijo a Del Potro, por cómo pega el drive. También me gustaba Mariano Puerta, ¿se acuerdan de él?”, en alusión al campeón del US Open 2009 y al finalista de Roland Garros 2005. Entrenado por Robby Ginepri (ex 15° ATP), Frances buscará clasificar al Masters #NextGen del cual quedó a las puertas la temporada pasada. El título en DelrayBeach lo ubicó 61° ATP y 2° en la 'Carrera a Milán', pero el año es largo y esto recién empieza...

Daniel Vitale Pizarro

19 febrero 2018

Las cosas en su lugar


Dicen que la historia la escriben los que ganan. En ocasiones se tergiversa, en otras tantas no. Roger Federer lleva quince años ganando y contando historias con su raqueta. Y cada vez que reescribe esa historia, llora. No lo hace a propósito, simplemente llora. Incapacitado de controlar sus emociones por lo impresionante de sus logros, llora, se deja levar por la situación. La voz se le quiebra cada vez que nombra a su equipo de trabajo y sobre todo a su familia. Pudoroso, deja de hablar cuando sabe que se le caerá una lágrima, pero a veces, esa táctica no surte efecto. La pasión genera eso y la sensibilidad se encarga del resto. La misma sensibilidad que tiene con su raqueta, la tiene en su corazón, un corazón gigante rebosante de pasión, esa que le permite seguir ganando sin importar el número que diga su edad.
Cinco años, tres meses y dieciséis días pasaron desde que Roger Federer le "cedió" el N°1 a Novak Djokovic. Durante esos años el liderazgo del ranking ATP alternó entre Djokovic, Nadal y Murray, mientras Federer intentaba seguir prendido en la lucha por la cima del tenis mundial. Lejos de ese puesto pero siempre Top10 (salvo lesión en 2016), el suizo transitó todos los estadios posibles entre 2013 y 2017. Bajo nivel, resultados atípicos, cambios de entrenadores, lesiones impredecibles, renacimiento tenístico, campeón de Grand Slam, pelea por el N°1...
Ante la incertidumbre de cuanto resistirá su físico a los treinta y seis años de edad (veinte años de profesional), reduce su calendario y elige minuciosamente, junto a su equipo, que torneos jugar y cuales no, con el riesgo de tropezar en algunas primeras rondas y derrumbarse en el ranking. Asumido ese peligro, afronta en 2017 su camino a ganar Grand Slams y recuperar el N°1 del mundo. Lejos de obsesionarse pero con el objetivo claro, no titubea ante la tentación de superar a Nadal en 2017 privilegiando el físico y no el puesto.

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Pero en 2018 las prioridades cambiaron. Campeón de tres Grand Slams en doce meses, los objetivos inmediatos, tan cerca pero tan lejos, sin quererlo, cambian. El título en el Australian Open modificó su forma de programar el calendario. A tan solo 155 puntos ATP del N°1 del mundo, telefoneó a Richard Krajicek, director del ATP500 Rotterdam, y le solicitó un wild card para disputar el certamen del cual fue campeón en 2005 y 2012. La meta era llegar a semifinales, lo que le permitiría ser el monarca del circuito una vez más.
Y vaya si fue acertada la decisión de jugar en Holanda. La derrota de Wawrinka allanaba el camino a semifinales, pero no por eso iba a ser sencillo. Kohlschreiber le trajo problemas en octavos de final, que supo sortear, y Haase lo complicó tanto que solo las molestias físicas del local en el tercer set le simplificaron la tarea al helvético de cara al objetivo. Emocionado, resistió el llanto frente a las cámaras (algunas se le escaparon) mientras el torneo emitía un video en homenaje a su retorno a la cúspide, para luego recibir un premio en honor al logro.
Más relajado, en conferencia de prensa, el flamante líder del escalafón mundial y campeón de Rotterdam, expresó sus sensaciones: "Creo que alcanzar el N°1 es la hazaña más importante en nuestro deporte. Quizá esta sea la vez que más signifique en mi carrera y lo disfruto con 36 años (y medio). Es un sueño hecho realidad, no puedo creerlo. Definitivamente voy a comprobar el nuevo ranking el lunes por la mañana para ver si realmente soy N°1 y asegurarme de que no se haya cometido ningún error. Será un momento especial, sin duda me hará sentir muy feliz".



Como en 2004, 2009 y 2012, el suizo volvía a dominar el tenis mundial. Campeón en Rotterdam, la semana 303 en la cima de la ATP era una realidad. Catorce años después de debutar como el mejor del mundo, el "viejito" de treinta y seis años y seis meses volvía a sentirse el mejor de todos y a demostrar que la edad no es un impedimento, es solo un obstáculo más. El más veterano en liderar el ranking en la Era Abierta superaba el récord de Andre Agassi, N°1 con treinta y tres años en 2003, un número que Federer dejó pequeño...
Australian Open 2004, Wimbledon 2009, Wimbledon 2012 y Rotterdam 2018 fueron los torneos privilegiados en disfrutar en carne propia el ascenso al número uno del mundo de Roger Federer. Catorce años entre la primera vez y la última como monarca; cinco años desde su última vez como líder del ranking ATP; treinta y seis años de edad; 303 semanas primero del mundo (306 como mínimo); 97 títulos ATP en 146 finales disputadas (superó las 145 de Lendl); 20° ATP500 (uno más que Nadal) y así podemos seguir enumerando plusmarcas que ostenta el, quizás, mejor jugador de tenis de todos los tiempos.

Daniel Vitale Pizarro

12 febrero 2018

Clasificados campeones

El tenis no vive solamente de las hazañas de Federer, Djokovic o Nadal. Las historias de los jugadores que están más allá de los cien mejores del ranking ATP son dignas de contar por los sacrificios que hicieron (y hacen) para poder establecerse como Top100 o incluso mejor, sacrificios por los que ya pasaron (y pasan) los mejores del momento y del que ya no nos acordamos, como si Djokovic, por ejemplo, hubiera llegado a ser N°1 del mundo de un día para el otro y no hubiese tenido que superar hasta una guerra civil.

La gran mayoría de los aficionados no se detiene a pensar en todo lo que hace o debe hacer un tenista profesional para poder vivir del deporte. Y tampoco les interesa, porque el tenis va tan rápido que no hay tiempo de analizar el camino de Andy Murray a la cima del tenis o el ingreso al Top100 de Tennis Sandgren. Y eso es moneda corriente, como sucedió en la entrevista pospartido de McEnroe a Federer en R1 del Australian Open 2018: 
JM: "¿Como es posible que te puedas mover y jugar de esa manera a los 36 años?, tienes que decirles a tus fans..."
RF: "He trabajado duro en mi carrera, en el gimnasio cuando nadie..."
JM: "Eso no es verdad, vamos"
RF: "He estado mucho de vacaciones, toda mi vida" (risas)
En este contexto, las historias atractivas de tenistas de menor envergadura suelen ser menos atractivas para el fanático del deporte de la raqueta. Pero no por eso son menos interesantes y fascinantes. Esta semana sucedieron dos hechos que no son comunes en el circuito ATP. En Quito (Ecuador) y en Sofía (Bulgaria), tres de los cuatro finalistas nunca habían disputado una definición ATP y dos de ellos se alzaron con el ATP250, ambos debutantes, provenientes de la fase de clasificación y fuera del Top100, como si estuviese guionado.

Ecuador vio como su único campeón, Victor Estrella Burgos, caía en segunda ronda tras dieciséis partidos invicto y tres títulos bajo el brazo. Vacante el trofeo, el español Roberto Carballés Baena (107°) llegó a la final ante su compatriota Albert Ramos Viñolas (21°) al que venció en tres sets. Nacido en Tenerife hace 24 años, apenas había alcanzado una semifinal ATP (Casablanca 2014) y este título significó su vuelta al Top100 y además llegar al puesto 76° del escalafón mundial, el más alto de su carrera desde que se volvió profesional en 2011.


Roberto no ganaba un partido ATP desde Rio 2017, casi un año atrás. Desde aquel torneo solo disputó Challengers y fases previas de torneos ATP. Pero en Quito su suerte cambió. Cuartofinalista en 2017, Carballés no dejó pasar esta oportunidad en Sudamérica. "Se me vienen muchas cosas a la mente, muchos años de entrenamiento para conseguir esto. Vengo trabajando duro para consolidarme en el Top 100. Quiero agradecerle a mi familia, sobre todo a mis padres. Ellos estuvieron conmigo desde pequeño, apoyándome por mucho tiempo", declaraba un emocionado campeón.
Campeón europeo en singles y dobles (U18) y campeón de Roland Garros junior en dobles, todo en 2011, a Carballes Baena parecía que la transición al profesionalismo no le iba a costar. Pero la realidad fue otra. Aunque fue campeón de un Future en España a los 17 años (2010) y otro la temporada siguiente, el español se estancó en esa categoría varios años. Recién en 2015 pudo coronarse en el circuito Challenger con apenas dos Masters1000 jugados y un solo cuadro principal de Grand Slam disputado en su carrera hasta el día de hoy. 

En Bulgaria la sorpresa fue mayor. La final fue entre dos debutantes en finales ATP: Mirza Basic vs Marius Copil. El bosnio fue el campeón y el caso más sorprendente de la semana. Basic derrotó a Stan Wawrinka en semifinales y a Copil en la final. Pero no fue una casualidad su título en Sofía porque Mirza desde hace algunos meses vive un gran presente. En octubre de 2017 fue semifinalista en Moscú y en enero 2018 cuartofinalista en Doha, antes de debutar como campeón ATP. En todos los certámenes superó la qualy. Superación contante.
Basic aparecerá el lunes, a sus 26 años, como el 77° del ranking ATP, su primera irrupción en el Top100 y segundo bosnio en ser campeón ATP tras Damir Dzumhur (Moscú y San Petersburgo). Feliz por todo lo sucedido durante la mejor semana de su vida, así se manifestó Mirza ante el público presente en Bulgaria: "Dar las gracias a Marius por un partido como el de hoy y por su fair-play. He tenido suerte, quizá un poquito más que Copil. Esta semana se cumplen dos sueños para mí. Sofía será siempre mi lugar especial porque aquí gané mi primer título y entré por primera vez al Top 100".

Daniel Vitale Pizarro

05 febrero 2018

Una Copa Davis que se avizora interesante

La Copa Davis volvió al ruedo. Atrás quedó la consagración de Francia ante Bélgica en noviembre pasado de la mano de Yannick Noah y sus elegidos. La temporada 2018 inició sin Argentina entre los dieciséis mejores equipos pero con varias estrellas de la ATP representando a sus países. Marin Cilic (3°), Alexander Zverev (5°), David Goffin (7°), Pablo Carreño Busta (10°), Sam Querrey (12°), Nick Kyrgios (14°), John Isner (18°), Richard Gasquet, Fabio Fognini, Borna Coric, Denis Shapovalov, entre otros, defendieron su bandera el fin de semana durante la primera ronda del Grupo Mundial.

La primera serie comenzó el día jueves para los habitantes de América y del viejo continente. Australia recibía a Alemania en Brisbane, en las instalaciones del ATP250 disputado semanas atrás. Por presente, pasado y futuro, era la eliminatoria que mejor tenis prometía. Campeones 28 veces los australianos y tres veces los alemanes, los locales contaban entre sus filas con la sensación del verano oceánico De Miñaur y con Kyrgios mientras que los visitantes alinearon a Zverev como principal figura. El actual N°5 del mundo no defraudó y le dio la clasificación a cuartos de final gracias a sus dos victorias (Zverev y De Miñaur) y a la ayuda del dobles el sábado.
Rápido hicieron las cosas dos países que concluyeron sus compromisos el sábado con el punto del dobles. Kazajistán ante Suiza (única serie sin Top20 de este fecha) y Estados Unidos frente a Serbia. Los suizos no contaron con Roger Federer ni Stan Wawrinka y los serbios tampoco compitieron con sus mejores raquetas como Novak Djokovic y Viktor Troicki, muy cuesta arriba pasar de ronda sin ellos, pilares de sus conquistas en 2010 (Serbia) y 2014 (Suiza).
El curioso caso de Kazajstán sigue sorprendiendo a propios y ajenos. Sin jugadores de renombre se sigue manteniendo en la elite de la competencia. El equipo cuenta con el "copero" Mijaíl Kukushkin y sus compañeros, rusos o ucranianos nacionalizados kazajos gracias al fanatismo del presidente del país y al dinero empleado para el desarrollo del deporte. Animadores de la competencia desde 2011, año en el que debutaron en el Grupo Mundial, nadie quiere viajar a Astana, estadio en el que solo perdieron una vez en 2013 ante los futuros campeones República Checa. Su récord en condición de local es 7-1 entre 2011-2018.

El actual campeón comenzó con el pie firme la defensa de la Ensaladera de Plata sin exponerse ante Holanda. Gasquet y la pareja Herbert-Mahut dejaron el resultado en la mano de Mannarino para que definiera ante Haase el pase a cuartos de final luego del traspié el viernes en su debut oficial en Copa Davis. El galo supo controlar las nervios y el domingo certificó el avance de ronda de "le blu" luego de un duelo dramático a cinco sets.

Y si de partidos dramáticos hablamos, la serie entre Italia y Japón en Morioko fue para el infarto. Candidatos los italianos pero en terreno hostil japonés, Fabio Fognini se destacó entre todos y fue el héroe del fin de semana. El jugador de la fecha disputó tres partidos y catorce sets a lo largo de 11h 41m para darle la clasificación a cuartos de final, en parte por el fallido intento de barrer la serie 3-0 luego de que Seppi no pudiera derrotar a Sugita el viernes en cinco sets. Fabio se cargó a Taro Daniel el viernes (cinco sets), ganó el dobles junto a Simone Bolelli y cerró la serie ante Yuichi Sugita (cinco sets), en ambos singles estuvo 1-2 en sets. Del 6-8 de abril italianos serán anfitriones ante franceses.

España y Bélgica cumplieron con su favoritismo sin antes tropezar en un par de puntos que en los papeles eran accesibles. La Copa Davis es especial, diferente a todo tipo de competencia y los pronósticos y especulaciones se caen por sí solos. Las victorias de Cameron Norrie ante Bautista Agut y del dobles húngaro Fucsovic-Balazs a Bemmelmans-De Loore no alcanzaron para acceder a la siguiente ronda, quedaron en solo un susto que no llegó a ser sorpresa. Ambas series se definieron en el cuarto punto, durante el duelo de números uno. En abril españoles recibirán a alemanes y belgas visitarán norteamérica.


Otra eliminatoria que prometía mucho era Croacia-Canadá. El capitán croata arriesgó el viernes con Coric y Galovic en los singles y Cilic el sábado para darle descanso al finalista del Australian Open. El dobles, una vez más en Copa Davis, inclinó la serie para el ganador. Coric a Pospisil y Shapovalov a Galovic el viernes, el dobles Cilic-Dodig prevaleció en cinco vibrantes sets ante Nestor-Pospisil tras estar 0-2 en sets. Complicado quedaba el escenario si el flamante N°3 ATP no salía a la cancha el domingo pero el más joven del equipo sentenció la serie en el cuarto punto. En duelo de #NextGen Borna Coric eliminó sin problemas a Denis Shapovalov. Ahora croatas recibirán a la siempre complicada Kazajstán.

Daniel Vitale Pizarro

29 enero 2018

El mito suizo

El 'Ojo de Halcón' le corta la emoción del triunfo como en 2017. Trofeo en mano y micrófono a centímetros de su cara, no puede hablar. Se le quiebra la voz en medio de los agradecimientos y felicitaciones. Los gritos y aplausos son ensordecedores. Sigue agradeciendo a cuentagotas por no poder hablar. La emoción lo invade. La ovación no cesa. La gente quiere que el momento sea eterno. El presentador interrumpe el bullicio en vano, los espectadores están de pie adorando a su ídolo. Levanta el trofeo y las lágrimas se apoderan de él. Llora. Llora como un niño. Se desahoga. La máquina perfecta del tenis es la más humana de todas. Los flashes al unísono con los aplausos se convirtieron en los protagonistas de la noche australiana en el mítico Rod Laver Arena. Roger Federer era campeón del Australian Open 2018.

Treinta y seis años, cinco meses y veinte días, el segundo campeón de Grand Slam más "viejo" de la Era Abierta del tenis, aunque la palabra viejo le falta el respeto. Federer superó la prueba del paso del tiempo y eso lo hace más grande de lo que es. Diseñado genéticamente para jugar al tenis, no deja cabo suelto en su preparación para las grandes citas. Entrenamientos de calidad y no de cantidad, competencia intensa pero breve, y períodos largos de descanso. Esa la fórmula elegida por Pierre Paganini (preparador físico de siempre) para seguir en la elite del tenis profesional, sin importar lo que diga el calendario biológico personal. 
"Roger XX" suena más a Rey de la antigüedad que a un tenista que ganó veinte Grand Slams, más que cualquier otro hombre en la historia del deporte de la raqueta. Federer trasciende el deporte, no solo el tenis. Es un fenómeno social deportivo. A donde va es amado, sin importar la nacionalidad de su rival de turno. Los fanáticos afortunados lo siguen alrededor del mundo, planifican viajes a ciudades en las cuales dispute algún torneo. Los demás "desafortunados" lo miran y admiran a través de la TV, a cualquier hora del día, aunque tengan que madrugar o trasnochar. Incluso la gente que no mira tenis, mientras hace zapping, deja algunos minutos la señal deportiva para verlo impactar un drive, un revés, una volea o un saque. Es adictivo. Es un poco de todos.

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En julio se cumplirán veinte años desde que Roger Federer debutó en el circuito ATP, el mismo número de Grand Slams que obtuvo a la fecha, a razón de un "Major" ganado por año. Una locura total. Desde su primera final en un Grande en Wimbledon 2003 hasta su última en el Australian Open 2018, pasaron 59 Grand Slams de los cuales disputó 58, llegó a 30 finales (51,72%) y ganó 20 (34,48%). Números extraterrestres. Un dato 'random' dice que el 10% de los Grand Slams totales disputados en la Era Abierta (1968-2018) fueron ganados por RF, algo que solo los freaks de los números (y ultra fanáticos del de Basilea) pueden saber.

En cuanto al análisis del juego, la versión renovada, rejuvenecida del Federer 2107-18 difiere bastante de la versión trituradora de récords, joven y dominadora del circuito del 2004-2009. La resurrección como gran campeón comenzó en 2014 con dos hechos significativos: Stefan Edberg como coach y el cambio de raqueta. El sueco comenzó la transformación de jugador ofensivo a ultraofensivo, ayudado por la nueva raqueta de aro más grande (90 a 97). Sin corona pero con tres finales Grandes, el segundo cambio fue la contratación de Ivan Ljubicic en 2016, una apuesta arriesgada. Lesión de por medio, lo mejor estaba por venir en 2017, el año del "nuevo tenis total".

A las asiduas subidas a la red y la presión constante a partir de la devolución (Edberg rules), le agregó la mejora de su golpe históricamente más débil, el revés. Tanto lo mejoró que hizo de su punto débil, un virtud. Metido adentro de la cancha, muchas veces casi de sobrepique, le quitó el tiempo a sus adversarios. Dejó el slice (solo para variar ritmos) y agregó un sólido top. Pero fue más allá con el "nuevo revés" hasta golpearlo sin dificultades por encima de sus hombros, algo que años atrás ni el propio jugador hubiera imaginado. El ejemplo cabal de que el trabajo a consciencia y el creer que se puede mejorar, van de la mano.
"Creo que el Federer que jugó esta noche es una mejor versión de mí, especialmente por tres aspectos en los que ahora soy mejor: el servicio, especialmente el segundo saque, el revés, y el resto", respondió el multicampeón a la pregunta sobre si era mejor el Federer campeón en Melbourne 2007 o el del 2018. ¿Dónde está la clave su evolución? La pasión. La pasión por el deporte que ama genera ganas de mejorar, de superarse, de no rendirse ante las adversidades. Superdotado física y técnicamente (ayudado por un entrenamiento intenso y eficaz), fortalecido mentalmente luego del parate de seis meses en 2016 tras el que nadie sabía cómo volvería, la pasión completa el combo perfecto para regresar a su mejor nivel, incluso mejor. Rendirse no existe en su diccionario personal.

"Nunca subestimes el corazón de un gran campeón"

Daniel Vitale Pizarro

23 enero 2018

The Happy Slam

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El Australian Open es denominado el “Happy Slam”. Los australianos hicieron que el torneo adopte ese nombre afable gracias al gran número de espectadores y al calor de los mismos en cada entrenamiento o partido. Disfraces, colores vívidos, comida y algún trago de más, son característicos del día a día, un marco único en un país que lo tiene todo. Disputado en Melbourne durante el mes más caluroso del año en el hemisferio sur, Melbourne Park recibe cientos de miles de visitantes durante los casi 20 días que dura el certamen desde la clasificación de todas las categorías participantes, hasta las finales. Singles, dobles, dobles mixtos, juniors y silla de ruedas son las competencias oficiales durante el primer Grand Slam de la temporada.

En las categorías más importantes (individual masculino y femenino), Roger Federer intentará defender el título obtenido en 2017, y Serena Williams, campeona en 2017 estando embarazada (dato no menor), no disputará el Australian Open por no estar al 100% de su condición física. Los candidatos al título son varios: Federer, Nadal, Dimitrov, Zverev, Kyrgios, Del Potro o alguna sorpresa que pueda colarse en las instancias finales masculinas, son los nombres que están en boca de propios y ajenos del deporte, por lo que apostar por tu jugador favorito no es tarea sencilla.

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Abarrotado de fanáticos todo el complejo tenístico, el calor extremo imperante parece no molestar a los visitantes que soportan temperaturas de casi 40° centígrados. Pero los jugadores son los que peor la pasan cuando de calor extremo se trata. Los termómetros marcan casi 60° grados centígrados en el suelo de la Rod Laver Arena, de la Margaret Court y de la Hisense Arena, los principales estadios australianos. Estas tres mega estructuras del complejo cuentan con techo retráctil para los días de lluvia o de calor extremo (40°C), típicos durante esta época.


El Grand Slam más difícil de todos por las condiciones de calor, por la lejanía de Australia con Europa y Norteamérica (epicentros del circuito ATP) y por realizarse en enero, luego de las merecidas vacaciones (físicas y mentales) y de una exigente pretemporada. Ese conjunto de cosas hace que el históricamente menos prestigioso de los cuatro Majors sea el más complicado de ganar, el más competitivo y el más “feliz” de todos. Bienvenidos al Australian Open 2018, la temporada ya comenzó.

Daniel Vitale Pizarro