Miradas cómplices
“Para ganarle a Murray tendré que subir uno o dos niveles de tenis respecto a lo que he mostrado durante la semana”. Así vivía el partido Djokovic en la previa. Sabía que la vara estaba cada vez más alta y que si no elevaba su nivel, no tendría chances. Las ocho victorias consecutivas del serbio ante el británico y los diecinueve triunfos sobre los veintiocho encuentros que disputaron hasta aquí, no pesaban para Novak que respeta siempre sus duelos con Andy. Y no se equivocó. Brindaron una batalla (otra) en Canadá, más intensa que bien jugada pero con destellos de calidad a los que nos tienen acostumbrados, en la que el ganador fue el que menos dudó y más arriesgó.
Tres horas duró el partido. Idas y vueltas en el marcador terminaron con la victoria de Murray 6/4 4/6 6/3. No fue un gran partido desde lo tenístico pero si desde la intenso y emocional. Un tire y afloje de ambos en el que salió ganador el que más "tiró". Apoyado en un servicio punzante y un revés que marcó el ritmo del partido, el británico se llevó el trofeo canadiense por tercera vez en su carrera. La postura más agresiva de Andy desde la devolución sofocó al serbio que irregular como durante toda la semana, nunca pudo tomar las riendas del partido. Su admirable capacidad de lucha le permitió aguantar y forzar un tercer set, pero contra estos rivales, eso no es suficiente.
Incisivo con ese golpe
“Andy se mereció ganar hoy en la cancha. Pienso que hubo una diferencia entre su saque y el mío. Yo no saqué bien el primer set y medio. Él lo hizo en los momentos más importantes y también consiguió grandes tiros”. Coherente antes y después del partido, Djokovic aceptó la derrota como lo hace casi siempre y ponderó los méritos del rival contra sus deficiencias, una postal que se repite cada vez que es derrotado, aunque esta temporada solo haya perdido cuatro partidos. Novak cayó en Doha ante Karlovic, en Dubai contra Federer, en Roland Garros frente a Wawrinka y en Montreal. En contraposición están sus seis títulos en el año, inalcanzable en el ranking.
Los números del escocés esta temporada son fantásticos, solo superados por Djokovic en nivel, resultados y ranking. Lo eliminó de cuatro torneos importantes: final del Australian Open, semifinal de Indian Wells, final de Miami y semifinal de Roland Garros. Un karma. Hasta su título en Montreal y fin de la hegemonía serbia, en 2015 fue campeón en Munich, Madrid y Queens con el premio de superar a Federer en el escalafón mundial y volver al número dos del mundo. Líder en victorias (53-8), achicó el H2H (9-19), empató las finales ganadas entre si (6-6) y acumuló 77 partidos consecutivos ganados cuando gana el pimer set. ¡Bingo!
No encontró respuestas
Pero el presente de Murray no es casualidad. Atrás los problemas en su espalda tras la operación y la ruptura con Ivan Lendl, Andy decidió primero contratar a Amelie Mauresmo y después anexó a su grupo de trabajo a Jonas Bjorkman. Los resultados fueron de menor a mayor, todos positivos. El sprint final de 2014 para clasificar al Masters fue el puntapié inicial para recuperar aquellas sensaciones que tuvo antes de la lesión. Al próspero comienzo de año le faltaban títulos. Y las coronas llegaron en el polvo de ladrillo europeo. Sin siquiera finales en esa superficie durante toda su carrera, encadenó éxitos en Munich y en Madrid, paliza a Nadal en la final española incluida.
Primero su madre que lo inició en el tenis, segundo su mujer, fiel compañera y reciente mujer oficial, y tercero Mauresmo, el tridente femenino que encarriló al escocés para su vuelta al número dos del mundo. Además mejoró su condición física e incorporó sesiones con un psicólogo que lo ayudaron a conocerse mejor y pensar de otra manera los partidos importantes. “Tienes que estar abierto y ser honesto con tus pensamientos y sentimientos. Si mentís acerca de las cosas que te hacen más fuerte y más duro es inútil”, palabras recogidas por la revista 'The Sunday Times' en una entrevista realizada en Wimbledon.
Una firma que nunca olvidarán
Andy Murray cosechó su Masters1000 número once, la misma cantidad que Pete Sampras. El título en Canadá fue el tercero allí, cuarto ATP del año y 35 de su carrera en 51 finales disputadas, todo un número. "El año pasado fue un año muy difícil para mí. Pasé por muchas cosas. Salí del Top10 y la gente se hacía muchas preguntas, habían perdido la fe en mí. Cuando volví de la lesión no fui capaz de competir con los mejores jugadores. Me ha tomado mucho tiempo volver a este nivel, por eso estoy muy feliz de estar jugando así de bien", sinceras palabras de un campeón satisfecho con su nivel pero más que nada por volver a derrotar a Djokovic y sentirse competitivo contra los mejores.
Daniel Vitale Pizarro
@DanielViPiTenis
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