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19 febrero 2018

Las cosas en su lugar


Dicen que la historia la escriben los que ganan. En ocasiones se tergiversa, en otras tantas no. Roger Federer lleva quince años ganando y contando historias con su raqueta. Y cada vez que reescribe esa historia, llora. No lo hace a propósito, simplemente llora. Incapacitado de controlar sus emociones por lo impresionante de sus logros, llora, se deja levar por la situación. La voz se le quiebra cada vez que nombra a su equipo de trabajo y sobre todo a su familia. Pudoroso, deja de hablar cuando sabe que se le caerá una lágrima, pero a veces, esa táctica no surte efecto. La pasión genera eso y la sensibilidad se encarga del resto. La misma sensibilidad que tiene con su raqueta, la tiene en su corazón, un corazón gigante rebosante de pasión, esa que le permite seguir ganando sin importar el número que diga su edad.
Cinco años, tres meses y dieciséis días pasaron desde que Roger Federer le "cedió" el N°1 a Novak Djokovic. Durante esos años el liderazgo del ranking ATP alternó entre Djokovic, Nadal y Murray, mientras Federer intentaba seguir prendido en la lucha por la cima del tenis mundial. Lejos de ese puesto pero siempre Top10 (salvo lesión en 2016), el suizo transitó todos los estadios posibles entre 2013 y 2017. Bajo nivel, resultados atípicos, cambios de entrenadores, lesiones impredecibles, renacimiento tenístico, campeón de Grand Slam, pelea por el N°1...
Ante la incertidumbre de cuanto resistirá su físico a los treinta y seis años de edad (veinte años de profesional), reduce su calendario y elige minuciosamente, junto a su equipo, que torneos jugar y cuales no, con el riesgo de tropezar en algunas primeras rondas y derrumbarse en el ranking. Asumido ese peligro, afronta en 2017 su camino a ganar Grand Slams y recuperar el N°1 del mundo. Lejos de obsesionarse pero con el objetivo claro, no titubea ante la tentación de superar a Nadal en 2017 privilegiando el físico y no el puesto.

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Pero en 2018 las prioridades cambiaron. Campeón de tres Grand Slams en doce meses, los objetivos inmediatos, tan cerca pero tan lejos, sin quererlo, cambian. El título en el Australian Open modificó su forma de programar el calendario. A tan solo 155 puntos ATP del N°1 del mundo, telefoneó a Richard Krajicek, director del ATP500 Rotterdam, y le solicitó un wild card para disputar el certamen del cual fue campeón en 2005 y 2012. La meta era llegar a semifinales, lo que le permitiría ser el monarca del circuito una vez más.
Y vaya si fue acertada la decisión de jugar en Holanda. La derrota de Wawrinka allanaba el camino a semifinales, pero no por eso iba a ser sencillo. Kohlschreiber le trajo problemas en octavos de final, que supo sortear, y Haase lo complicó tanto que solo las molestias físicas del local en el tercer set le simplificaron la tarea al helvético de cara al objetivo. Emocionado, resistió el llanto frente a las cámaras (algunas se le escaparon) mientras el torneo emitía un video en homenaje a su retorno a la cúspide, para luego recibir un premio en honor al logro.
Más relajado, en conferencia de prensa, el flamante líder del escalafón mundial y campeón de Rotterdam, expresó sus sensaciones: "Creo que alcanzar el N°1 es la hazaña más importante en nuestro deporte. Quizá esta sea la vez que más signifique en mi carrera y lo disfruto con 36 años (y medio). Es un sueño hecho realidad, no puedo creerlo. Definitivamente voy a comprobar el nuevo ranking el lunes por la mañana para ver si realmente soy N°1 y asegurarme de que no se haya cometido ningún error. Será un momento especial, sin duda me hará sentir muy feliz".



Como en 2004, 2009 y 2012, el suizo volvía a dominar el tenis mundial. Campeón en Rotterdam, la semana 303 en la cima de la ATP era una realidad. Catorce años después de debutar como el mejor del mundo, el "viejito" de treinta y seis años y seis meses volvía a sentirse el mejor de todos y a demostrar que la edad no es un impedimento, es solo un obstáculo más. El más veterano en liderar el ranking en la Era Abierta superaba el récord de Andre Agassi, N°1 con treinta y tres años en 2003, un número que Federer dejó pequeño...
Australian Open 2004, Wimbledon 2009, Wimbledon 2012 y Rotterdam 2018 fueron los torneos privilegiados en disfrutar en carne propia el ascenso al número uno del mundo de Roger Federer. Catorce años entre la primera vez y la última como monarca; cinco años desde su última vez como líder del ranking ATP; treinta y seis años de edad; 303 semanas primero del mundo (306 como mínimo); 97 títulos ATP en 146 finales disputadas (superó las 145 de Lendl); 20° ATP500 (uno más que Nadal) y así podemos seguir enumerando plusmarcas que ostenta el, quizás, mejor jugador de tenis de todos los tiempos.

Daniel Vitale Pizarro

17 febrero 2014

¿Será el año de Berdych?

Un joven checo de solo veinte años recién cumplidos llamado Tomas Berdych, irrumpía en el último Masters1000 de la temporada 2005, en París Bercy, y llamaba la atención de todos por su simpleza y naturalidad para golpear la pelotita amarilla. 196cm de altura, físico portentoso y unos gemelos poco comunes en jugadores de esa talla, se cargaba a Ivan Ljubicic en la final y las especulaciones sobre su futuro comenzaban a esbozarse como el jugador a seguir. Vistoso como pocos, por su juego, el poco esfuerzo que le costaba generar potencia y su figura, ingresó a la elite del tenis profesional en 2005, sin salir del Top30 desde su título en la ciudad luz en esa temporada. La consolidación en el Top10 tardó pero llegó. Luego de unas semanas entre los diez mejores en 2007, 2008 y 2009, un año después se instalaría allí para nunca más salir de ese sector de privilegio.

Paris 2005

Rotterdam presentaba un cuadro muy competitivo. Cinco Top10 y los ocho precalsificados dentro del Top20, sin dudas es uno de los ATP500 más competitivos del circuito. Del Potro, campeón defensor, cayó en cuartos de final contra Gulbis. El argentino acusó nuevamente dolores en esa bendita muñeca. Berdych tuvo ante Janowicz el partido más duro en cuartos de final. Ante Gulbis en semifinales y Cilic en la final, hubo un solo jugador en la cancha y ese fue el checo. Muy seguro de sus atributos como jugador, arrasó con ambos tras aprovechar que el cuadro se abrió con el paso de las rondas. Tomas levantó en Holanda su noveno título como profesional en veinte finales disputadas.

Una final ATP por año al menos desde 2004, el bicampeón de la Copa Davis y dueño de un récord holgadamente positivo en la competencia por equipos, llegaba a Rotterdam 2014 como el número siete del mundo, luego de la semifinal en Australian Open perdida ante el campeón Stanislas Wawrinka. Su último grito había sido dieciséis meses atrás, en octubre de 2012 en Estocolmo, siendo el único jugador del Top10 en 2013 que no había levantado un trofeo. La corona en Suecia estaba muy lejos en el tiempo para un jugador de la talla de Berdych y en Holanda quebraba esa mala racha. Fueron tres finales perdidas desde su último trofeo, todas en 2013 y este título en el ATP 500 le devuelve la confianza que necesita para encarar un año más dentro de los mejores tenistas de la actualidad, a sus jóvenes 28 años.

El finalista Marin Cilic, de gran presente luego de ganar en Zagreb la semana pasada y con victorias en Holanda ante Tsonga y Murray, ambos Top10, nada pudo hacer. El croata fue una sombra de lo que ofreció durante los últimos catorce días de competencia, con errores y un aparente cansancio, quizás aquejado por la seguidilla de partidos. Con poco, pero más que su rival, Berdych pudo con Cilic 6/4 6/2 en una hora y quince minutos de juego.
Gracias a su forma de jugar, Berdych es un jugador que todo fanático del tenis debería disfrutar alguna vez en vivo. La aceleración de sus golpes y la limpieza que le imprime a los mismos son lamentablemente inusuales en el circuito actual. Lo coloca junto a Roger Federer y alguno más, al tope del ranking de los jugadores más vistosos. Impacta la pelotita casi sin hacer esfuerzo y da gusto verlo moverse con elegancia por una cancha a pesar de su tamaño. Comandado por Tomas Krupa, acumula semifinales en los cuatro Grand Slams y también en el Masters, más la final de Wimbledon en 2010. El mundo del tenis (y del marketing) espera que Tomas de el golpe de gracia y obtenga uno de los cuatro "Grandes" más temprano que tarde. Además, en ocho de los nueve Masters1000 accedió al menos a semifinales. Tenis no le falta. Y si pudo Wawrinka...

Y el artífice de la estabilidad de Tomas en el Top10 tiene nombre y apellido y es otro checo, Tomas Krupa. Unido a su grupo de trabajo desde 2009, su compatriota lo ha encaminado en un camino de consolidación dentro del Top10 con objetivos más ambiciosos que aumentan cada año con los resultados obtenidos. “Me cambió la forma de afrontar el tenis y mi mentalidad”, dijo alguna vez sobre su actual entrenador. Aunque tocó el número cinco en agosto pasado, tiene aun muchas metas por realizar: "Me gustaría ganar en Wimbledon por la tradición y el lugar", siendo el All England el único Major al cual accedió a la final en 2010.


Jaromír Jágr

Nacido en Valasske Mezirici (República Checa), una ciudad de 30.000 habitantes, es fanático del hockey sobre hielo (sigue a los Detroit Red Wings) y es amigo de varios jugadores checos de la NFL que fueron campeones olímpicos en 1998. Uno de sus amigos aun activos, Jaromír Jágr, es parte del equipo checo de hockey sobre hielo en los Juego Olímpicos de Sochi 2014, que se están disputando por estas semanas en Rusia.

Exnovio de la tenista checa Lucie Safarova, Tomas Berdych en 2011 empezó a salir con la bella modelo Ester Satorova, para agregarle aun más atractivo a este jugador. Un tipo completo.


Daniel Vitale Pizarro