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06 agosto 2024

GOAT

Beijing 2008, Londres 2012, Rio 2016, Tokio 2021... Cuatro ciclos olímpicos tuvieron que pasar para que Novak Djokovic pudiera colgarse la medalla dorada en París 2024. Dieciséis años de éxitos en el circuito no se reflejaban en las citas olímpicas, por méritos ajenos o deméritos propios. A los treinta y siete años y en una temporada en la que por primera vez llegaba al Juego Olímpico sin títulos ATP, el serbio aterrizó en Francia con el objetivo de ganar el única galardón que le faltaba en su excelso palmarés. El destino quiso que se enfrentara ante el rival de su vida (Rafael Nadal) y contra el adversario que lo vapuleo tres semanas atrás (Carlos Alcaraz), escollos que superó para romper en llanto y soñar despierto.

China fue el inicio de una serie de semifinales olímpicas dolorosas. Campeón primerizo de Grand Slam en Australia 2008, Nadal no le permitió luchar por la medalla dorada en Pekin 2008, a lo que reaccionó ganando el bronce en su primera experiencia olímpica ante James Blake. Wimbledon fue la sede elegida para albergar los Juegos de Londres 2012. Campeón del Australian Open 2012 en la final más larga de la historia, en el All England el encargado de impedirle clasificar a la final fue Andy Murray y Juan Martin Del Potro el verdugo por la de bronce.


Rio de Janeiro 2016 fue una de las peores derrotas de su carrera. Campeón en Australia y Roland Garros, llegaba a Brasil como número uno del mundo pero nuevamente lo eliminaba Del Potro, esta vez en el debut del torneo. Las lágrimas del serbio al abandonar la cancha fue unas de las postales de la olimpiada: "Es una de las derrotas más duras de mi vida, de mi carrera. Del Potro fue mejor que yo. En los puntos importantes jugó de forma extraordinaria. Hay que felicitarlo. Es una decepción para mí. Pero como amigo y por todo lo que ha pasado por las lesiones, me alegro por él. Esta derrota es dura. No es fácil de asimilar. No es la primera vez que pierdo un partido pero este torneo es especial".

La ultima experiencia trunca fue Tokio 2021. Campeón de Australian Open, Roland Garros y Wimbledon, en Japón tenía la oportunidad de ganar el Golden Slam (los cuatro Grand Slams más la medalla dorada olímpica), algo que solo pudo conseguir Steffi Graf en 1988. El enemigo de la historia en esta ocasión fue Alexander Zverev en semifinales. Dolido por la oportunidad perdida, Pablo Carreño Busta aprovechó la frustración del serbio y lo derrotó en el partido por la medalla de bronce. A sus treinta y tres años, el balcánico enfrentaba un nuevo ciclo olímpico con la incertidumbre de si volvería a disputar un Juego Olímpico.
2024 no empezó como siempre. La aventura en sus quintos Juegos Olímpicos iniciaba en Francia sin títulos ATP y con una reciente operación en su rodilla (junio). Defensor a ultranza de la bandera serbia, el objetivo principal de la temporada era la medalla de Oro en París, meta que veía lejos dos meses atrás. Pasaron los días, el dolor desaparecía y el sueño era cada vez más posible: "Me preparé para Roland Garros, Wimbledon y los Juegos Olímpicos para ofrecer mi mejor versión. La lesión en Paris trastocó mis planes, pero disputar la final en Londres me hizo ver que había recuperado mi nivel. Por muy fácil que me ganara Carlos esa final, tenía claro que iba a ser un tenista diferente en las olimpiadas".

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Candidato pero no el principal favorito, Djokovic sorteaba a los rivales de turno con un nivel de tenis que siempre fue a más. Rafael Nadal en segunda ronda, Stefanos Tsitsipas en cuartos de final y Carlos Alcaraz en la final fueron los tres rivales contra los que el serbio tuvo que elevar su tenis, especialmente en la pelea por la presea dorada ante el jugador del momento. Enfocado y concentrado como hace mucho no se lo veía, Novak desesperó a 'Carlitos' para lograr el objetivo que llevaba persiguiendo desde aquel remate fallado en Beijing 2008 ante 'Rafa' en semifinales.

Desbordado de felicidad en el suelo de la Philippe Chatrier, temblando de los nervios acumulados durante tanto tiempo, Djokovic no pudo controlar sus emociones tras el punto de partido que lo proclamó campeón olímpico, un momento único en la carrera de cualquier deportista de elite: "Tenía claro que era mi última oportunidad de ganar un oro olímpico por lo que debía concentrarme al máximo en mi meta. No hay mayor motivación que luchar por tu país. Nada podrá superar el verme en el podio escuchando el himno de Serbia con la bandera izada. No puedo estar más feliz. La sensación que he experimentado al ganar el partido no se parece a ninguna otra de las que he vivido en mi carrera".

Daniel Vitale Pizarro

13 junio 2023

Dueño de la historia

A pesar de no perder en un Grand Slam desde Roland Garros 2022 ante Rafael Nadal y sin la presencia del español en el torneo por primera vez desde 2004, el favorito para ganar en París no era Novak Djokovic. El nivel demostrado en la gira sobre arcilla y las dudas sobre su plenitud física hacían dudar a fanáticos y especialistas sobre las posibilidades del serbio de levantar su tercera 'Copa de los Mosqueteros'. El gran estado de forma de Carlos Alcaraz, la explosión de Holger Rune, la consistencia en Grand Slams de Stefanos Tsitsipas o incluso la novedosa "amistad" de Daniil Medvedev con la tierra batida desviaron los focos de atención sobre el multicampeón serbio.

Musetti en Monte Carlo, Lajovic en Banja Luka y Rune en Roma, sumado a la ausencia en Madrid por molestias en su codo derecho lo alejaron del centro de atención de la prensa especializada. Candidato en cualquier torneo por historia y vigencia, a sus treinta y seis años y en la superficie más desgastante de todas, el rendimiento de Djokovic era una incógnita antes del inicio del segundo Grand Slam del año. "No estaba rindiendo bien en los torneos de tierra previos a París, pero en cuanto llegué me sentí de manera positiva. Sentí que tenía una muy buena oportunidad contra cualquiera al mejor de cinco", expresaba sus sensaciones el serbio a medida que pasaban los días en la capital francesa.

Sacando los partidos adelante más por oficio que por nivel, recién en cuartos de final ante Karen Khachanov tuvo que elevar su tenis para no caer ante el potente ruso. Superados esos escollos, el torneo le puso enfrente al favorito de todos, Carlos Alcaraz. La juventud, energía, poder de golpeo y el mejor momento de forma de Carlos no fueron suficientes para destrabar un partido muy complejo que terminó con el español acalambrado producto de los nervios ante el duelo más importante de su corta carrera como profesional. "Lo achaco a una cuestión mucho más mental que física. Entré al partido más nervioso de la cuenta, no supe relajarme ni quitarme esa tensión. Probablemente fue lo más estresante y tenso que me he sentido en una pista de tenis. Ha sido muy duro", fueron las palabras de 'Carlitos'.

Alcaraz no soportó la presión. La falta de experiencia le jugó una mala pasada al murciano que la noche anterior no pudo casi ni comer y mucho menos dormir como hubiera debido. La instancia y el rival le quedaron grandes a un Carlos que fue 'Carlitos' ante un Djokovic al que no le tembló el pulso. La final fue diferente. Casper Ruud, el tenista más infravalorado del circuito, le plantó cara al hombre récord de serbia. De mayor a menor, el noruego estuvo tan cerca de ganar el primer set como tan lejos de ganar el partido. Al límite durante noventa minutos, el poder de fuego del inicio se fue apagando hasta ceder las tres mangas contra un Djokovic que nunca titubeó ni le permitió agarrarse al encuentro. La derecha de Novak fue perforando a Casper a medida que avanzaba el encuentro. El serbio jugó un partido muy serio, a la altura de las expectativas.

Sin excusas, el triple finalista de Grand Slam explicó el porqué de su derrota: “Creo que tuve un buen inicio y él cometió algunos errores, tal vez sintiéndose un poco nervioso. Obtuve algunos puntos gratis y estuve arriba 3-0. Esa fue una gran manera de empezar. A partir de ahí, él minimizó los errores y encontró su nivel y su ritmo. Creo que tuve un buen plan de juego y funcionó bien al principio. También porque él cometió algunos errores, pero simplemente luego dio un paso al frente, como si supiera cómo hacerlo. No es la primera vez que lo hace. Puedes ver por qué ganó 23 con la forma en que le dio la vuelta el primer set y dio un paso adelante en el segundo y tercero cuando tenía que hacerlo”.

Preguntado sobre quién es el mejor de la historia, Djokovic evadió la respuesta con estilo: “Siento que es una falta de respeto hacia todos los grandes campeones de diferentes épocas. Cuando hablas de historia, la gente habla principalmente de los Grand Slams ganados o la cantidad de tiempo como N°1 ATP. Me las arreglé para romper los récords en ambas estadísticas, lo cual es increíble. Realmente siento que la edad es solo un número en mi caso. Es un poco simbólico que haya ganado mi histórico 23 aquí en París, lo hace aún más dulce y grandioso saber lo que se necesita para ganar este torneo. Roland Garros es la montaña más alta de escalar para mí, por eso es aún más satisfactorio”. 

Daniel Vitale Pizarro

31 enero 2023

Djokovic es inabarcable

Hace un año, Novak Djokovic era deportado de Australia por no estar vacunado contra la Covid-19. La noticia recorrió todos los portales del mundo: el número uno del mundo era expulsado del país que lo vio ganar nueve veces. Los meses pasaban y la restricciones relacionadas con la Pandemia se relajaban en muchos países, no así en Norteamérica, pilar en el calendario de torneos importantes. Djokovic, firme en sus convicciones antivacunas aunque sin ser un militante del caso, compitió en apenas un puñado de eventos durante 2022 en los países sanitariamente más laxos. Sin la posibilidad de mantenerse en la cima del ranking ATP, pudo finalizar el año como el cinco del mundo.

"De repente me convertí en el villano del mundo, lo que obviamente es algo terrible para un deportista. Me vi arrastrado hacia una tormenta en todos los medios del mundo relacionada con cualquier tema que tuviera que ver con el Covid y la vacuna. No fue fácil para mí recomponerme mentalmente y reiniciar de nuevo", declaraba el serbio en una de sus primeras entrevistas en Oceanía, doce meses después del episodio que lo privó de defender el título en su Grand Slam fetiche. La restricciones por la Pandemia se relajaron y el impedimento de ingresar al país por tres años se redujo a uno lo que le permitió, a pesar de no estar vacunado, disputar Adelaida a inicios del calendario y el Australian Open.

Y como si de una película se tratara, los problemas para el balcánico no cesaban. Campeón en Adelaida la semana previa al Abierto de Australia, una lesión en su muslo izquierdo casi lo deja sin competir en Melbourne. Tozudo, el campeón de veintiún grandes no hizo caso a las recomendaciones médicas y saltó a pista. Las evidentes molestias durante casi todo el torneo no le impidieron apabullar a sus rivales. El peor momento físico fue la tercera ronda ante Grigor Dimitrov, momento en el que su entrenador "tuvo miedo" por el posible alcance de la lesión. A partir de aquel partido, los dolores mermaron hasta casi desaparecer el día de la final, único partido que disputó sin el vendaje en su pierna. Lo demás, lo de siempre: Novak Djokovic campeón del Australian Open.


Pero las adversidades no fueron solo físicas. Otro escándalo sobrevoló en su equipo. Una foto de su siempre polémico padre con simpatizantes de Vladimir Putin portando una bandera rusa en las semifinales ante Tommy Paul le impidió a Srdjan Djokovic presenciar la final de su hijo. Los golpes anímicos que parecían haber quedado atrás en la edición pasada, volvían a aparecer. Pero para el hombre con una mentalidad de acero, claudicar no figura en su diccionario. Ni la deportación, ni el maltrato en los medios de comunicación, ni las molestias físicas, ni el impacto mediático del episodio con su padre hicieron mella en su enfoque y concentración para levantar su décimo Australian Open.

Sorprendido una vez más por la capacidad física pero sobre todo por la fortaleza mental, Goran Ivanisevic se deshizo en elogios hacia su pupilo: "Las tres últimas semanas han sido muy duras. Pensé que lo había visto todo en 2021 cuando ganó con una rotura en el abdominal, pero lo de este año ha sido increíble. Que haya sido capaz de jugar mejor cada día es impresionante. Su cerebro funciona diferente. Llevo cuatro años con él, pero me sigue sorprendiendo de cómo piensa. Lo ha dado todo. Ha hecho setenta y siete terapias al día y cada día ha mejorado. No me lo esperaba, la verdad. Honestamente, estaba en shock".

El eufórico festejo del triunfo reflejó todo lo vivido por Novak Djokovic en Australia: "Nunca preparo mis celebraciones, hago lo que sale de mi alma en función de cómo hayan ido las cosas. Este torneo ha sido un cúmulo de circunstancias que se han erigido en tremendos desafíos a nivel mental y físico. Volver a Australia después del 2022, la lesión que sufro desde hace unas semanas, lo ocurrido con mi padre poco antes de la final... Durante un Grand Slam tienes que bloquear todo ese tipo de emociones para no perder la concentración, pero toda esa energía y tensión acumulada salió a flote. Colapsé emocionalmente cuando fui a saludar a mi gente y me di cuenta de todo lo que hacen por mí y con lo que hemos tenido que lidiar en los últimos tiempos".

Djokovic se fue de Australia con un mensaje aleccionador para las nuevas generaciones, sensibles emocionalmente y poco tolerantes a la frustración. Como bien describe Pablo Amalfitano, "por convicciones propias que en este momento no admiten un juicio de valor", Novak se ha ganado el respeto del mundo entero, que lo ninguneó desde que aterrizara en Australia en enero de 2022 en medio de la polémica por su exención para disputar el torneo y que tras una novela de trece días lo humillaron expulsándolo de la isla. Un año después, sin hacer ruido mediático y manteniendo sus principios por sobre todo lo demás y los demás, se llevó de Oceanía el trofeo y el número uno mundial.

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"Este ha sido uno de los torneos más desafiantes que jugué en mi vida considerando las circunstancias de no haber podido jugar el año pasado. Estaba deseando volver a Australia. Es cierto, estaba un poco más nervioso; no sabía cómo iba a ser ni cómo iba a recibirme la gente, pero en general, ha sido una experiencia muy positiva. Probablemente sea la mayor victoria de mi vida. Celebro este tipo de momentos en el que gano un Grand Slam y soy el número uno del mundo mucho más que durante toda mi carrera. Siempre intento llevarme lecciones tanto profesionales como personales sobre mi carácter o sobre mi experiencia por lo que ahora mismo necesito algún tiempo para reflexionar sobre ello”. Un Novak Djokovic reflexivo sobre su pasado, presente y futuro, con hambre de seguir haciendo historia.

Daniel Vitale Pizarro

15 septiembre 2021

Gesta inconclusa

"¿Qué sintió apenas se retiró del estadio? 'Alivio. Me alegré de que haya terminado porque la preparación mental y emocional que enfrenté estas últimas semanas fue mucha y difícil de manejar' ". Así finalizaba la conferencia de prensa Novak Djokovic tras perder la oportunidad de su vida. La presión fue demasiada, incluso para una mente que parecía inquebrantable. El serbio se vio abrumado por la situación. Su tenis no fluyó, sus tiros no molestaron a su rival, sus ideas nunca estuvieron claras y su físico, achacado por los exigentes partidos anteriores, sintió el cansancio. La gesta era tan grande y la presión fue tanta que por primera vez vimos al balcánico llorar en medio de un partido, sabiendo que no había vuelta atrás.

Es fácil para los analistas hoy, decir que pecó de ambicioso al viajar a Tokio a tratar de conseguir una medalla olímpica, días después de la paliza física y mental que fue ganar Roland Garros y Wimbledon, pero la realidad es que estuvo muy cerca de lograr ambos objetivos. Quien no arriesga no gana y Djokovic fue a por todo y se quedó sin nada. Bueno, sin nada no, se ganó al público del 'Arthur Ashe', que no es poca cosa si tenemos en cuenta el papelón del año pasado (expulsión por pelotazo a una jueza de línea), las críticas recibidas en este último tiempo por su conducta dentro de la pista y sus declaraciones sobre querer ser el más ganador de todos.

"Fueron muchas emociones diferentes. Una parte de mí está muy triste porque es una derrota difícil de tragar si tengo en cuenta todo lo que estaba en juego. Pero, por el otro, sentí algo que nunca había vivido en Nueva York: el público me hizo sentir muy especial y me sorprendió gratamente. Sin dudas, lo recordaré por siempre y es por eso que me largué a llorar. Se trataba una emoción muy fuerte casi tanto como ganar 21 Grand Slams. Honestamente, así me sentí porque tocaron mi corazón. Al final del día uno siempre quiere ganar, pero esa conexión final con la gente durará para siempre y fue maravilloso", expresaba 'Nole' sobre sus sensaciones en el final del partido, un momento único para él, el público presente y toda la audiencia.



Opacado por el derrotado, no debemos olvidarnos que el campeón del US Open ha sido Daniil Medvedev. El ruso ha jugado un gran partido para imponerse ante su rival, el público y la historia. Nos centramos en lo que no pudo hacer Djokovic pero en gran parte fue porque su rival no se lo permitió. El número dos del mundo no se intimidó, imposibilitando con tenis y actitud una remontada que todos los espectadores esperaban (esperábamos). La gesta que buscaba Novak era muy grande pero el desafío que tenía Daniil era casi tan dificultoso como el de su contrincante. Solo Del Potro, Wawrinka y Murray derrotaron a un miembro del Big3 en finales de Grand Slam, ningún otro pudo en más de noventa finales que disputaron. A esa lista se suma Daniil Medvedev ¿nada mal, no?

La dificultad de enfrentar a Djokovic en una final de Grand Slam quedó reflejada por el propio protagonista en la conferencia de prensa luego del partido: "Hubo muchos momentos difíciles durante el partido. Cuando te enfrentas a Novak sabes que no puedes darle nada de margen, que debes estar listo y al 100% desde el primer punto hasta el último, no hay otra posibilidad. Está claro que en ciertos momentos del partido él podría haber tomado la iniciativa, pero estoy feliz por haber conseguido superarle en esos momentos claves del partido, haberlo hecho por mí mismo. Es una alegría grandiosa haber podido completar el sueño de mi infancia. En cierto modo, es un gran alivio".

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Pero si alguien ha demostrado resiliencia a través de los años, ese es Novak Djokovic: “Una parte de mí está muy triste. Es difícil de tragar esta derrota considerando todo lo que estaba en juego pero en el tenis aprendemos muy rápido a pasar página. Muy pronto habrá más desafíos. He aprendido a superar este tipo de duras derrotas en las finales de Grand Slam, que son las que más duelen. Intentaré sacar algunas lecciones de esto, aprender, ser más fuerte y seguir adelante. Todavía amo este deporte y me siento bien en la cancha. Mientras haya motivación, lo seguiré intentando. Debo estar orgulloso de todo lo que hemos logrado con mi equipo de trabajo durante esta temporada”.

El 'Grand Slam' es el récord más tradicional que tiene el tenis y con el pasar de los años ha pasado a ser uno de los más difíciles de conseguir. La preponderancia del físico en el deporte y la gran presión que sufren los jugadores por los medios de comunicación, los sponsors y los entornos de trabajo y familiares, crean un cóctel explosivo muy difícil de manejar que repercute directamente en el rendimiento deportivo del profesional. Donald Budge 1938 y Rod Laver 1962/1969 fueron los únicos que lo consiguieron entre los hombres en más de ciento cincuenta años del deporte de la raqueta. Al igual que Jack Crawford (1933) y Lew Hoad (1956), Novak Djokovic quedó a un partido de ganar los cuatro grandes. Laver sonríe porque la gesta de Djokovic quedó inclusa.

Daniel Vitale Pizarro

15 junio 2021

El antihéroe

El antihéroe es el "personaje de una obra de ficción que desempeña el mismo papel de importancia y protagonismo que el héroe tradicional, pero que carece de sus características de perfección por tener las virtudes y defectos de una persona normal". Novak Djokovic encaja a la perfección en esa definición de diccionario. Políticamente incorrecto, el serbio no repara en buenas actitudes como su estatus en el circuito se lo "exige". Raquetas rotas, gestos agresivos, improperios al aire o asiduos pedidos al fisio, el serbio carece de la caballerosidad tenística tan aclamada por la prensa y los fanáticos, hidalguía representada tanto por Federer como por Nadal. Todo eso lo convierte en un tenista más terrenal, un modelo actitudinal de jugador común al que nadie se quiere parecer.

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Pero no siempre se comportó así dentro de una cancha de tenis. Su obsesión por ser el mejor lo llevó a querer ser también el más querido y en ese terreno las cosas no le salieron igual. El fanatismo del público por Federer-Nadal fue, es y será inquebrantable. El choque de estilos tenístico, físico, mental y de dominio de superficies, acompañado por una estética visual opuesta, fue un combo perfecto para el marketing que las marcas aprovecharon a la perfección. Disputar esas posiciones de privilegio no sería tarea sencilla tanto en lo deportivo como en lo comercial. A fuerza de resultados, 'Nole' se ganó con creces su sitio en la historia de este deporte pero el precio que tuvo que pagar fue altísimo, modificando inconscientemente su actitud tanto dentro como fuera de las pistas.

El serbio irrumpió en 2008 en un circuito monopolizado por Roger Federer y Rafael Nadal, pero no fue hasta 2011 que se metió en la discusión real de los grandes torneos. Desde esa temporada, el mejor tenista de los tres ha sido el nacido en Belgrado. Entre 2011-2021, Novak domina a Roger y a Rafael en enfrentamientos personales (37-17), títulos de Grand Slam (18-15), Masters1000 (31-28), Masters (4-1) y semanas como N°1 ATP (324-132), solo es superado en trofeos ATP en general (77-83). Además, Roland Garros 2021 le permitió ser el primer jugador en la Era Abierta en ganar al menos dos veces cada Grand Slam, un récord compartido con Roy Emerson y Rod Laver en toda la historia del tenis.

"Nunca pensé que fuera imposible alcanzar los Grand Slams de ellos. Aún falta, pero es uno menos. Así y todo ellos siguen jugando y lo están haciendo muy bien, sobre todo Rafa. Los tres tenemos nuestras oportunidades en Wimbledon y en el resto de los Grand Slams por lo que todos competimos por este récord asombroso y es algo que seguiré persiguiendo. Por el momento, seguiré haciendo mi propio camino y escribiendo mi propia historia", declaraba el diecinueve veces campeón de Grand Slam en conferencia de presa, con la Copa de los Mosqueteros sobre el pupitre pero con la mente en Wimbledon, el tercer gran evento del año.


Relajado, con la satisfacción del deber cumplido tras derrotar a Nadal en semifinales y a Tsitsipas en la final para ganar Roland Garros, Djokovic se enorgullece de sus logros pero no se conforma: "Definitivamente el viaje de mi carrera ha sido fantástico. He logrado algunas cosas que muchas personas creyeron que no eran posibles para mí. Ahora me encuentro en una buena posición para intentar conseguir el Golden Slam, pero en 2016 estaba en el mismo sitio y caí en la tercera ronda de Wimbledon. De todos modos, disfrutaré de esta victoria y en unos días pensaré en eso. No tengo ningún problema en decir que iré por el título a Wimbledon, donde tuve gran éxito en las últimas temporadas". 


Los años pasan y los títulos importantes se los siguen repartiendo entre el "Big3". Los jóvenes, mejores física y tenísticamente por el inevitable paso del tiempo, no logran vencerlos en las instancias finales de los Grand Slams. Aprietan, asustan y compiten pero se quedan a las puertas de una victoria. Y los ejemplos sobran en los último años: Stefanos Tsitsipas dominaba 2-0 en sets a Djokovic en Roland Garros 2021; Dominic Thiem adelantaba a Djokovic 2-1 en sets en el Australian Open 2020; Daniil Medvedev estuvo quiebre arriba en el quinto set ante Nadal en el US Open 2019... La presión que debe soportar un tenista es enorme y poder canalizarla es fundamental para ganar este tipo de partidos.

No es casualidad que el rendimiento baje al momento de cerrar un partido tan importante. La dificultad de ganar reside en poder jugar los puntos importantes como si no lo fueran, hasta el final del partido. Para eso se necesita una estabilidad emocional capaz de aguantar durante los momentos negativos para poder aprovechar los positivos, sin euforias que te quiten energía física y mental, aspectos primordiales en partidos a cinco sets. Djokovic administra como nadie la energía físico-mental en partidos extensos, exprimiendo al máximo sus cualidades y agotando a sus rivales. Cuando el encuentro es reñido, su mirada intimida, su determinación abruma y su juego se vuelve sólido como una roca. El que ríe último, ríe mejor, y Novak Djokovic apunta a eso para el final de su carrera.

Daniel Vitale Pizarro