09 diciembre 2019

El submundo ATP


Los primeros torneos llamados Challenger fueron disputados en 1978, diez años después de iniciada la 'Era Abierta'. Auckland (Nueva Zelanda) y Hobart (Australia) albergaron dichos certámenes durante la segunda semana de enero de aquella lejana temporada en la que se organizaron dieciocho eventos en cinco países diferentes. El circuito se llamó 'ATP Challenger Series'. La segunda categoría de torneos en importancia detrás de los ATP se reestructuró treinta años después (2008) cuando la ATP se hizo cargo por completo de la organización, dando paso al renovado 'ATP Challenger Tour'. En comparación con la temporada inaugural, la cantidad de torneos (178) y los países representados (40) aumentaron de manera exponencial.
El mundo Challenger es un sitio poco conocido para el aficionado promedio de tenis y totalmente desconocido para el simple espectador. Allí habitan jugadores de todo tipo, con una velocidad de pelota y nivel de juego muy similares a los de un Top100 pero que sus recursos tenísticos y/o extra tenísticos no son suficientes para establecerse en la elite. Los cien mejores del mundo son los privilegiados que viven 100% del tenis, que disputan todo el año torneos ATP del circuito principal y que se pueden permitir viajar con un equipo de trabajo completo gracias al dinero percibido en cada torneo al que asisten. El jugador de Challenger no puede permitirse esos lujos...
En general el tenista de nivel Challenger oscila entre el Top150 y el Top400, tiene sponsor pero por objetivos o por un corto período de tiempo, viaja solo, o en el mejor de los casos es acompañado por un entrenador algunas semanas al año, muchas veces compartido con un colega. Es el 'Lado B' del tenis, donde el nivel es altísimo y el dinero es escaso. Apartémonos un segundo del tenis para pensar esto. Un tenista Top300 no gana dinero al final de una temporada, su objetivo es no perder capital, muchas veces prestado a largo plazo. A modo de ejemplo, un futbolista, basquetbolista o cualquier deportista considerado Top300 mundial, puede permitirse una vida de tranquilidad financiera, al menos hasta su retiro como profesional.
A veces no se toma consciencia de lo complejo que es vivir del tenis, sobre todo luego de ver en TV o internet las cifras siderales que reparten los mejores torneos del mundo. El US Open entrega 3 700 000 dólares al ganador mientras que el Challenger de Orlando premia con 7 200 dólares al mejor de la semana, en ocasiones ambos campeones son Top100. ¿Sorprendidos? Una buena noticia que recibieron en 2019 los luchadores del circuito ATP fue la obligatoriedad de parte de la organización de la hospitalidad (alojamiento) para todos los jugadores que disputen el cuadro principal de cualquier Challenger, un alivio para la gran mayoría de los participantes, principalmente para los que pierden en las primera rondas.
La categorización de los Challenger se volvió más simple a partir de 2019: CH 125, CH 110, CH 100, CH 90 y CH 80, en alusión a los puntos que gana el campeón. El año que acaba de terminar albergó 158 Challengers en cuarenta países distintos, mayoría CH 80 (99), la categoría más baja, algo lógico si tenemos en cuenta que a menos puntos entregados, menos dinero a repartir y más facilidad para organizar el evento. Los premios en metálico van desde los 50 000 dólares de los torneos más chicos a los 150 000 dólares de los torneos más grandes, nada si comparamos los 400 000 dólares del ATP250 menos importantes a los 57 000 000 dólares del Grand Slam más acaudalado. La diferencia es abismal.
Argentina, sumida en una crisis económica cíclica desde tiempos inmemoriales, organizó un solo  Challenger en 2019, el Challenger de Buenos Aires, en las instalaciones del coqueto 'Racket Club'. En ese complejo contexto, un año más los tenistas argentinos se la rebuscaron para ganar quince títulos Challenger, noveno país con más triunfos en estos certámenes. Aunque con un descenso escalonado en el último lustro, Argentina finalizó sexta en 2018, cuarta en 2017 y líder mundial en la categoría en los años 2015-2016, un logro que no se tiene ni tuvo en cuenta a la hora de los balances anuales del tenis argentino, ninguneado por la prensa especialista luego de la brillante etapa de 'La Legión' (2001-2010). Valoremos lo conseguido porque después lo extrañaremos.


Daniel Vitale Pizarro

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