30 julio 2018

El tenis italiano vive

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Los años '70 fueron la década dorada del tenis italiano. Adriano Panatta (4°), Corrado Barazzutti (7°) y Paolo Bertolucci (12°) fueron los líderes de una generación de tenistas que consiguió la única Copa Davis en su historia en 1976. Ese mismo año Panatta ganó Roland Garros, único Grand Slam italiano en singles (Era Abierta). Pero el mejor tenista italiano de la historia fue exitoso en las décadas del '50 y '60, cuando el deporte era Amateur. Nicola Pietrangeli fue campeón de Roland Garros 1959-1960, finalista 1961 y 1964, campeón en dobles 1959 y finalista en dobles en París 1955 y Londres 1956. Además tiene el récord absoluto de victorias totales en Copa Davis (120) y en singles (78). Una leyenda.

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Italia tuvo que esperar hasta la década 2010 para volver a sentirse protagonista en el circuito ATP. Andreas Seppi (18°), Fabio Fognini (13°) y las revelaciones de 2018 Marco Cecchinato (22°) y Mateo Berrettini (54°) le dan un respiro al aficionado del deporte blanco. Seppi acumula tres títulos ATP en ocho finales disputadas y Fognini siete trofeos sobre dieciséis definiciones, más un título de Grand Slam junto a Simone Bolelli (Australian Open 2015). A los referentes italianos de los últimos años, ésta temporada se le sumaron Cecchinato (campeón Budapest y Umag) y Berrettini, reciente campeón en Gstaad, el más joven de los cuatro.

Mateo, al igual que Marco, habían disputado un puñado de partidos ATP antes de 2018, sin victorias, todas obtenidas esta temporada. Berrettini jugó 24 partidos ATP (12-13) y Cecchinato 42 (19-13). En Gstaad, Mateo no perdió ningún set camino a su título debut y derrotó en la final a Roberto Bautista Agut (17°) en lo que fue su primera victoria ante un Top20 en su carrera. A los 22 años se ubica 54° ATP, su mejor posición histórica y habilitado para disputar los cuadros principales de todos los torneos posteriores al US Open. Pero su idilio con el país vecino no quedó ahí porque también se quedó con el torneo de dobles junto a su compatriota Daniele Bracciali (40 años). Semana perfecta.
52° ITF como junior, sin buenos resultados en Grand Slams, la progresión del nacido en Roma fue paulatina y sin altibajos. Berrettini disputó cuatro finales Futures (2-2) y siete en Challengers (2-5) entre 2015 y 2018, año del salto de calidad. Entrenado por Vincenzo Santopadre, en su debut en Roland Garros (segundo GS disputado) alcanzó la R3 antes de caer en cuatro sets ante Dominic Thiem (8°), finalista de la edición. 196cm de altura le aportan potencia a su juego, acorde con la nueva camada de tenistas que busca desplazar a los treintañeros que insisten en perpetuarse en los puestos de vanguardia del ranking.


"Por supuesto que soñé con algún día ganar un título ATP, pero estaba muy lejos. Cuando comienzas una carrera tienes que pensar en las cosas pequeñas para alcanzar y el año pasado gané mi primer título Challenger. Ahora estoy aquí con un trofeo ATP en singles y otro en dobles, una buena prueba para mi físico, estoy muy feliz. Durante toda la semana serví muy bien (no sufrió quiebres), creo que jugué el mejor tenis de mi vida pero realmente no se como encontré el éxito tan rápido. Practicando duro todo es posible", aseveraba un sorprendido italiano que deberá cambiar su calendario y recalibrar sus objetivos de cara al último tercio de la temporada.


"Es increíble. Estoy muy contento con lo que estoy haciendo y muy orgulloso de mi familia y mi equipo. Realmente estoy disfrutando lo que estamos haciendo juntos. Me divierto con mis entrenadores y con toda mi familia, ese es el tipo de vida que me gustaría vivir. Mi familia siempre me ha estado apoyando. Han viajado conmigo a muchos torneos que no fueron tan agradables y ahora ven que estoy aquí jugando en los hermosos Alpes suizos. Esta semana vine sin mi entrenador y traje a mi novia y a un amigo. Funcionó muy bien, tal vez debería hacer esto más a menudo. ¡Solo bromeaba!", se abre ante los micrófonos Mateo, que valora la conseguido y lo disfruta, por el camino recorrido para llegar a la elite del tenis profesional siendo la misma persona de siempre.

Daniel Vitale Pizarro

23 julio 2018

Objetivo Top10

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La temporada 2016 llegaba a su fin y el ciclo de José Perlas al mando del talentoso Fabio Fognini, también. En muy buenos términos pero con horizontes diferentes de cara al futuro, dejaron de trabajar juntos. Atrás quedaron los mejores años del italiano en el circuito, un peligro para cualquier jugador, capaz de derrotar tres veces a Rafael Nadal (dos sobre polvo de ladrillo) y ser 13° ATP. "La persona a la que más quiero agradecer, que ha estado cerca de mí en las buenas y en las malas, y que nunca dejó de creer en mí, es mi entrenador José Perlas, que me ha ayudado a crecer como tenista y como hombre", fueron las palabras de despedida de Fabio para José.
Una nueva etapa comenzaba en 2017 para Fognini. El coach elegido era Franco Davin, único argentino ganador de Grand Slams con jugadores diferentes (Gaudio y Del Potro). Franco siempre potenció a sus pupilos y desde Coria, pasando por Gaudio, Del Potro y Dimitrov, tuvo a jugadores de elite, todos Top10 y con pasta de campeón. No aceptó trabajar con Fabio porque sí. El desafío de formar equipo con Fognini era grande, por la difícil personalidad del italiano y por la edad (30 años en mayo), factor fundamental para proyectar a largo plazo. En su primer año el nacido en San Remo ganó Gstaad y perdió la final de San Petersburgo. Finalizaba 2017 como el 27° ATP.
Pasado el año de adaptación, la dupla Fognini-Davin iba a más. El título en San Pablo; las semifinales en Sidney, Rio de Janeiro y Ginebra; los cuartos de final en Roma (primera vez); y las segundas semanas en el Australian Open y Roland Garros lo depositaron Top15, a falta de la gira post césped para acercarse al Top10, el objetivo desde que es profesional y para el que contrató a Davin. Y comenzó de la mejor manera posible ese camino al lote de los mejores diez del mundo. En Bastad fue campeón con victorias destacadas ante Verdasco en semifinales y contra Gasquet en la final. 250 puntos para el ranking y 14° ATP. Como en 2013, dos títulos en una temporada.
"Mucha gente me dice que si hubiera tenido mejor mentalidad habría sido Top5 y creo que nunca podrá saberse. Fui 13° en una época de fenómenos. Soy consciente de que quizá he podido hacer algo más y tengo algunos remordimientos. En todo caso, considero que he hecho una buena carrera y de aquí a dos años quizá pueda conseguir algo importante", declaraba el marido de Flavia Pennetta y padre de Federico (1 año), una semana antes de ser campeón en Suecia. En la final, tres doble faltas seguidas que desequilibraron el segundo set no hicieron mella en su victoria 6/3 3/6 6/1. Artífice de grandes partidos como de papelones dentro de una cancha de tenis, en Bastad mostró otra cara.


Pero si "Fogna" quiere ser Top10, deberá subir el listón. No alcanza con buenas actuaciones en torneos menores y aceptables resultados en torneos importantes. La gira norteamericana sobre cemento es la prueba que deberá superar. Toronto y Cincinnati serán la primera prueba de fuego que le mostrará donde está parado el italiano y hacia donde debe ir. Gstaad (campeón 2017) y Los Cabos, próximos compromisos antes de los Masters1000 norteamericanos, no significarán grandes cambios en el ranking, sí en su confianza si siguen los buenos resultados. El tenis está, y la mente, parece, que también.
"Cuando empecé a trabajar con él, pensé que la cosa más importante que debía darle era tranquilidad para que jugase con un rendimiento constante. En los entrenamientos siempre lo hace, pero en los partidos siente que está jugando bien hasta que, de repente, sucede algo y pierde la lucidez", decía de su pupilo Franco Davin tras 18 meses juntos. A tan solo un puesto de igualar su mejor posición histórica, a los 31 años está en su plenitud y con la madurez necesaria para dar ese salto de calidad que no pudo dar en sus veintes con Perlas como guía. La mente en el tenis es casi todo y más aun en un jugador tan temperamental e inestable como Fabio.

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Trazarse metas es fundamental para poder conseguirlas y Fognini lo tiene muy claro: "Durante toda mi carrera he sentido mucha presión, tanto de los demás como mía propia. Siempre me juzgaron con dureza pero la gente no se puede imaginar lo que siento por dentro. Se creen que mi actitud en pista refleja poco compromiso pero es todo lo contrario. La frustración es la que me lleva a hacer esas cosas. Ahora ya con 31 años no quiero agobiarme demasiado, pero reconozco que mi sueño es estar entre los 10 mejores del mundo. Espero que dentro de pocos años Rafa y Roger ya no estén. Hay jóvenes muy buenos pero habrá un tiempo de valle que podría aprovechar para meterme ahí".

Daniel Vitale Pizarro

16 julio 2018

Volver a las fuentes

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Roland Garros 2016 fue el punto máximo de la carrera de Novak Djokovic. Había logrado algo que solo Rod Laver pudo durante la Era Abierta: ganar los cuatro Grand Slams de forma consecutiva. Ni Federer, ni Nadal: Laver en 1969 y Djokovic en 2015-2016. Pero el fuego interno se apagó. Y un año después lo pagó su físico porque su mente ya estaba ''apagada". Una lesión en su codo derecho de larga data (dos años), pero nunca determinante, lo obligó a retirarse en cuartos de final de Wimbledon 2017. Vacío internamente, el número dos del mundo decidió no competir más hasta la temporada siguiente para recuperarse por completo de su lesión y de su agotamiento mental.

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Arropado por su familia y su nuevo grupo de trabajo (Andre Agassi a la cabeza) luego de haber roto relaciones de manera 'cordial' con su entrenador de siempre Marian Vajda (12 años) y el 'supercoach' Boris Becker (3 años), inició 2018 con cautela. Pero la vuelta sería tortuosa. El tándem Agassi-Stepanek al mando del serbio duró menos de un año, incluido el parate. Nunca cuajaron como equipo, aunque se los veía muy unidos y jocosos en los entrenamientos. "Traté de ayudar a Novak con las mejores intenciones. Pero hubo demasiadas diferencias de criterio", dijo Agassi tras su desvinculación del equipo de trabajo.

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Novak estaba con molestias físicas, falto de ritmo y sin convicción, sin esa mirada asesina que lo caracterizó siempre. Pero en abril volvió a las fuentes. Marian Vajda regresó a su equipo de trabajo como coach principal. Cuenta fuebuena.com que durante sus vacaciones en República Dominicana, Djokovic le envió diez videos a Vajda sobre su nueva mecánica en el servicio, modificada para apaciguar el dolor tras la lesión. Cuando se encontraron en una cancha de tenis para comenzar su segundo ciclo juntos, Marian volvió a cambiar el saque del serbio porque "no le gustaba biomecánicamente".

Atisbos de mejora pero pasajeros, normales durante un período de reconstrucción tenística, se notó un cambio en el servicio y especialmente en la devolución. Roland Garros lo vio irse antes de tiempo ante el ignoto Marco Cecchinato en cuartos de final. Pero llegó la hierba y todo cambió. La final en Queen's le dio confianza al nacido en Belgrado. A pesar de perder ante Marin Cilic (6°) con match point incluido, el presente ya era otro. El nivel tenístico parecía haber vuelto. Algo más de concentración en los momentos importantes y Djokovic estaba de vuelta. Pequeño detalle. La mente, lo más difícil del tenis y lo más importante.

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En fin, perder con Cilic no modificó el rumbo de Novak, al revés, lo potenció. Marin era finalista vigente de Queen'sWimbledon y el Australian Open, era factible perder ante él. Distinto fue lo de Cecchinato en París cuando en conferencia de prensa el serbio sembró la duda sobre su participación en la gira sobre césped, declaraciones en caliente que (por suerte) no llegaron a concretarse. Llegó Wimbledon. Sin títulos ATP durante los últimos doce meses, "Nole" inició su camino en el All England con las buenas sensaciones del ATP500 en Londres, aunque con un potencial cuadro principal harto complicado.


A la semifinal llegó con dos momentos de distracción que le costó el primer set ante Edmund (R3) y el segundo parcial contra Nishikori (CF). Rafael Nadal era el rival previo a la lucha por el título. El
N°1 del mundo lo había derrotado en arcilla semanas atrás, pero sobre hierba la situación cambiaba. El favorito seguía siendo "Rafa" pero no con tanta ventaja en las opiniones y apuestas. El partido fue una auténtica barbaridad. Frenéticas cinco horas y quince minutos, separado en dos días, que tuvieron de todo. 6/4 3/6 7/6 3/6 10/8 de intensidad y búsqueda de soluciones a los problemas que constantemente creaban.
La final anticipada. Por la exhibición de tenis brindada por ambos y por el agotamiento físico del finalista Anderson que en semifinales batalló 6h 36m ante Isner (26/24 en el quinto set). A pesar del cansancio y de no oponer resistencia en los dos primeros sets, el sudafricano dio pelea y tuvo cuatro sets points en el tercer set (6/2 6/2 7/6). Novak Djokovic, incrédulo, era el campeón de Wimbledon 2018. Cuarta vez en el All England, treceavo Grand Slam y sexagésimo noveno título ATP, entre los mejores tenistas de la historia en casi todos los registros. Además, 2018 es el décimo tercer año consecutivo que gana al menos un título ATP.

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Trofeo y micrófono en mano, llegó el momento de los agradecimientos. Y la emoción lo invadió cuando nombró a su familia. Por reglamento del torneo no pueden presenciar partidos en Wimbledon niños menores de cinco años por lo que sus hijos Stefan (3 años) Tara (1 año) no estuvieron en la Centre Court. Pero durante la entrega de premios sí estuvo Stefan, que sin tener mucha conciencia de lo obtenido por su papá, disfrutó del momento junto a su mamá Jelena, felices por el logro de papá 'Nole', al que su hijo señalaba y aplaudía desde la tribuna con una sonrisa de oreja a oreja, el momento más especial de la tarde londinense.

Daniel Vitale Pizarro
@DanielViPiTenis

02 julio 2018

El Zverev que faltaba


Cuando escuchamos el apellido Zverev el inconsciente nos traiciona y automáticamente pensamos en Alexander, en que torneo ganó o a quien sobrepasó en el ranking ATP. Pero no, hoy la noticia no es él, sino su hermano Mischa. El mayor de los Zverev ganó su primer título ATP en Eastbourne (Gran Bretaña) sobre césped a los 30 años de edad. Dueño de un estilo en peligro de extinción (saque y volea) hizo honor a la superficie más tradicional del deporte raqueta y a fuerza de un tenis ofensivo y de constante presión, triunfó en el césped británico, días antes de pisar La Catedral del tenis en Londres, a unos kilómetros de distancia.

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Mischa, a diferencia de su hermano menor, nació en Moscú (Rusia) en 1987. Hijo de familia de tenistas, a los cuatro años los Zverev se mudaron a Hamburgo (Alemania). Allí comenzó a dar sus primeros pasos en el tenis. Su padre Alexander nació en Sochi y jugó Copa Davis para la Unión Soviética y su madre, Irena Zvereva, Top400 WTA en la década del '90. Semifinalista del US Open junior en singles y finalista de Roland Garros junior en dobles 2004, fue 3° ITF junior (ranking combinado) y 11° solo en singles. Como profesional alcanzó su primera final ATP en Metz 2010, su segunda en Ginebra 2017 y su tercera, la vencida, en Eastbourne 2018.

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Pero su mejor performance como profesional fue durante el Australian Open 2017. En Australia alcanzó los cuartos de final con triunfos ante John Isner (19°) en segunda ronda y contra Andy Murray (1°) en octavos de final, antes de caer en sets corrido con Roger Federer. 2017 fue por lejos su mejor temporada siendo el 25° ATP en julio y accediendo a dos segundas semanas de Grand Slam (CF Australian Open y OF US Open), mejores resultados en Majors que su prometedor hermano Alexander.
"No quería ser el único de la familia que no ganase un título ATP, Sasha siempre me lo recordaba y eso es lo que me ha hecho mejorar. Mis entrenamientos con Sasha son más intensos que una semifinal de Wimbledon. Nos ayudamos mutuamente, entrenamos mucho juntos y nos retamos para hacernos mejor. Mi hermano me inspiró, siempre me hizo creer en mi mismo porque cuando entrenamos tenemos partidos cerrados y luego él sale a la cancha y gana torneos importantes. Él es gran responsable de este título", un agradecido y emocionado hasta las lágrimas campeón primerizo, octavo de esta temporada, único con 30+ años de edad de esa lista.

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Aquejado por las lesiones durante gran parte de su carrera, Mischa vuelve a ser protagonista del circuito ATP. El ruso-alemán, profesional desde 2005, ha sufrido múltiples lesiones que cualquier otro tenista no hubiera superado. Fractura en la muñeca, dos fracturas en las costillas, una hernia de disco en la parte baja de la espalda y un pequeño desgarro en el tendón de la rotula de la rodilla, entre las más importantes, lesiones que hicieron que en 2014 tocara fondo luego de otra operación en su muñeca. Sin ganas de practicar el deporte que amaba, se encerró en su habitación mientras su hermano diez años menor recorría el mundo como el mejor junior del momento.


Alejado del tenis como jugador, comenzó a viajar como entrenador de dos jugadores de 18 años a Futures y eso fue lo que le devolvió las ganas de volver a competir, así lo cuenta el propio Zverev. “Entrenar jóvenes me ayudó a ver qué tan lindo era el tenis, lo importante que es y todo lo que lo extrañaba durante las lesiones. Me hizo trabajar más duro. Otro gran factor fue mi hermano porque me empujó y me hizo trabajar duro de nuevo y tratar de dar lo mejor que podía”, siempre agradecido con su hermano, con él que disputaron series de Copa Davis y varios torneos ATP en dobles, campeones de Montpellier 2017.

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Los Zverev entrenan juntos, juegan juntos y viajan juntos cuando coinciden en los torneos. Y no viajan solos, lo hacen con sus padres, su perro Lovik y en ocasiones, con su abuela, también exjugadora de tenis: "Lo hace más divertido. No quieres ir a casa porque tienes a toda tu familia contigo. Eso me ayuda porque me gusta estar rodeado de ellos. Mi hermano me dijo que jugara hasta que él se retire pero yo le doblé la apuesto y le dije que jugaré hasta que él se retire (risas)". Así se llevan los Zverev, una familia de tenis que disfruta del deporte, de los viajes y de la familia, privilegiados y agradecidos de la vida y a la vida.

Lukas Lacko ATP

Daniel Vitale Pizarro